La profanación

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Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 29 Seguramente sea el monasterio más monumental de Jaén. En él viven las franciscanas descalzas, a las que el vulgo llama las bernardas. Residen entre sus muros desde el año 1627, en que su fundador el cura jaenero, don Melchor de Soria y Vera, siendo párroco de San Ildefonso, y posterior obispo auxiliar de Toledo, con el título de Troya, llevó adelante la creación monástica, junto a la Puerta del Ángel de la vieja muralla defensiva de la ciudad medieval. Hoy, Domingo de Ramos, conviene recordar que el convento de las bernardas, sirvió como casa de la procesión de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén, la conocida Mulica de Jaén, allá por la década de los años cuarenta del siglo pasado. Hasta que la corradía encontró mejor acomodo en otra iglesia jaenera. Durante una semana el convento que alberga la comunidad de monjas más numerosa de toda la ciudad, cerca de la veintena, ha sido triste realidad debido al robo y profanación de la Custodia donde estaba expuesto el Santísimo Sacramento, el Cuerpo de Cristo, que unas manos viles y ladronas robaron con el fin de comerciar con la pieza de arte. Algo que rápidamente la policía nacional ha descubierto poniendo al único delincuente apresado en manos de la Justicia. La hermosa Custodia ha aparecido despiezada, las piedras engastadas en el círculo sacadas del viril, y el resto separado de su origen artístico. Todo ha aparecido, gracias a Dios. Pero, la pregunta que nos hacemos los católicos es: ¿El Cuerpo de Cristo donde ha ido a parar?. Porque la Custodia es muy importante, pero el máximo valor es el mismo Cuerpo de Cristo. ¿Qué han hecho con Cristo esas manos sacrílegas?. La policía en las declaraciones públicas no ha tocado este asunto que es el más doloroso para la comunidad de los hijos de Dios, que somos todos los cristianos de toda la Iglesia Católica. Después del Concilio Vaticano II, la Iglesia abrió mucho la mano legal sobre el Santísimo Sacramento: los fieles puede comulgar en la lengua o en la mano; los mismos cristianos con la debida preparación y el permiso episcopal pueden ser repartidores de la Eucaristía dentro de la Misa; estos ministros extraordinarios de la Comunión pueden acudir a las casas de los enfermos e impedidos a llevarles el alimento del Cuerpo de Cristo. Atravesamos una fuerte tormenta social y política en España, donde los sacrilegios se han multiplicado en los últimos años por diversas ciudades, pueblos y villas de nuestras tierras. El suceso de Jaén ha tenido lugar, en unos sitios más violentamente, que aquí, e incluso sacando el mismo Cuerpo de Cristo en una exposición ilegítima y sacrílega componiendo una palabra hiriente y sangrante para la propia cara de la Iglesia Católica, salido todo de la mente enferma de un mal conocido artista metido bajo el paraguas institucional de un concejo local. El caso de la Custodia de las bernardas debe tener una doble lectura para todos. La primera la sugería el funcionario que ha dirigido la operación policiaca: la Iglesia no debe sacar a las piezas artísticas importantes nada más que en casos y fechas destacadas. La segunda es que la profanación operada en esta ocasión nos debe poner en guardia a todos a no permitir que nadie ofenda el Cuerpo de Cristo, comenzando nosotros mismos, que nos convertimos en Custodias vivas cuando salimos de participar en la Eucaristía cada domingo que acudimos al templo. A las monjas de las bernardas les ruego sigan rezando ante el Señor por todos los católicos. Tomás de la Torre Lendínez

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