Ha tardado poco la ministra de sanidad, señora Pajin, en dar una respuesta a los obispos de la Comisión Permanente sobre el documento referente a la ley de muerte digna. Les ha indicado que el acto mayor de caridad que se puede hacer con todos los enfermos españoles es sedarlos para que no sufran, y, por sobre dosis, mandarlos al barrio de los callados para siempre jamás.
Con este razonamiento pajiniano, debe decretar la ministra el cierre de todos los hospitales españoles. No los necesitamos. Cuando nos sintamos con algún dolor, llamamos al doctor, quien, según el proyecto de ley tiene obligación de obedecer al enfermo y sus familiares, y nunca apelar a la objeción de conciencia, le pedimos que nos ponga un fuerte sedante que nos pase felices y contentos a la otra orilla sin sufrir.
Con esta filosofía contra el sufrimiento considerado como inútil e inhumano, se legisla una ley de muerte digna para darnos propiamente un puntillazo en pleno sitio mismo para nunca más levantar el pescuezo.
A la vez del cierre de los hospitales, la señora ministra debe mandar al paro a todos los profesionales de la salud. No necesitamos médicos, ni enfermeras, ni auxiliares, ni a nadie de este gremio. Solamente debe mantenerse un retén de puntilleros eficaces que sepan sedarnos en la cantidad apetecida por el demandante y sobra.
¡Cuánto gasto de dinero público se evitaría en una sanidad inútil e innecesaria¡
Otro capitulo a cerrar serían todas las facultades de medicina y las escuelas de enfermería. No son necesarias. Según el pensamiento pajiniano el mejor acto de caridad es que nadie estudie para darnos la salud corporal, sino el puntillazo oportuno y eficaz, y esto lo puede hacer, incluso, el barbero de la esquina, como siglos atrás sacaban las muelas a nuestros ancestros.
Cuando la comisión de buscar personas dignas del Nobel de medicina pase por España, lo mejor es decirle que se ahorren pisar esta península, ya que aquí hemos descubierto que matar a los enfermos es mejor que curarlos y más barato, y es un grandísimo acto de caridad cristiana. Y ese premio que se les entregue a los países atrasados culturalmente que aún mantienen una medicina que busca sanar a las personas de todas sus enfermedades
Menos mal que aún no estoy tarumba como para creerme lo dicen que tengo que creerme: un acto de caridad es matar a todos para que nadie sufra.
Ruego al Señor devuelva a España al sentido común, que siempre es el más común de los sentidos. Ojalá sea cuanto antes, antes de que me toque sedar e ir a un paraíso socialista que solamente existe en la filosofía pajiniana.
Para conocer más acuda aquí.
Tomás de la Torre Lendínez
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Lean, si les parece:
Despedida a un amigo: José María Gil Tamayo
Blog del padre Tomás
http://tomas-de.blogspot.com/2011/06/despedida-un-amigo-jose-maria-gil.html
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