El caso laboral de José Antonio Abellán ha dado un paso. La juez ha desestimado la demanda que COPE presentó contra el periodista José Antonio Abellán por entorpecer el procedimiento arbitral. Además, la magistrada condena a la emisora a pagar las costas. La sentencia señala cómo la cadena modificó en su demanda el concepto jurídico de ‘árbitro en equidad’.
Aquí, en este blog, dije que el árbitro elegido, el cardenal de Madrid no podía ser el árbitro propuesto por Abellán. Lo pueden leer ahora.
La noticia de este paso judicial, así como el texto de la propia sentencia se encuentra pulsando aquí mismo.
El largo camino de José Antonio Abellán en el aspecto jurídico lo desconozco por no ser hombre de leyes. Pero supongo que tendrá que seguir dando pasos adelante. Espero que tenga toda la suerte posible. Ojalá algún día podamos anunciar su fichaje por alguna cadena de emisoras. Sus oyentes son muchos. Yo estoy entre ellos.
Tomás de la Torre Lendínez
Don José Antonio Abellán nos ha enviado la siguiente carta:
‘A quien corresponda:
Acaba de salir una sentencia del Juzgado 57 de Madrid. En ella se desestima una demanda de la cadena COPE contra mí. Y lo hace de una manera contundente e inequívoca, poniendo de manifiesto las malas artes que está llevando a cabo la cadena de la Iglesia contra mí sin ningún motivo aparente. Nadie sabe lo mucho que estoy aguantando.
Todo empezó con aquel ominoso Burofax de despido con los términos de desleal, incapaz, etc., con el que me obsequiaron y que dio paso al proceso de arbitraje que obligaba el contrato.
Ese proceso de arbitraje comenzó oficialmente el 14 de agosto, pero los dirigentes de la Emisora de la Conferencia Episcopal, a base de chanchullos, no han hecho más que entorpecerlo. Tanto es así que acabaron con una absurda demanda en la que, más o menos, decían que los pájaros disparan a las escopetas.
¿En qué cabeza cabe que yo quisiera entorpecer el comienzo del proceso arbitral al que obliga el contrato?
Es a mí a quien la COPE ha intentado arruinar y echar por tierra 32 años de carrera profesional con un burofax que está haciendo imposible mi contratación en otro sitio. Soy yo el que tiene que limpiar urgentemente esa imagen. Soy yo el que lleva 5 para 6 meses sin cobrar y, encima, ayudando económicamente a alguno de los que estuvieron conmigo diez años y que, solo por eso, están siendo hundidos y humillados.
Pues bien, a pesar de todo esto, he tenido que aguantar que la Cadena COPE me demandara el 8 de octubre de este mismo año por “entorpecer el proceso arbitral”.
Pero todo tenía truco. En condiciones normales esta demanda desmesurada podría haber durado al menos un año. Un año, cabe recordar, en el que hubiera parado cualquier posibilidad de arranque del arbitraje. Pero tuvieron tan mala suerte que, en un mes y pocos días, se celebró el juicio y se publicó la sentencia.
Por supuesto, el Juzgado 57 en esa sentencia, desestimó la demanda, impuso a la COPE las costas y lo que es peor, dejó a la vista sus vergüenzas, porque la Jueza dijo que la COPE modificó en la demanda un párrafo, que decían haber transcrito literal de mi contrato, y que yo digo que lo han modificado (haciéndole decir lo que no dice) a plena conciencia. Y que esa modificación, al transcribir falsamente mi contrato a un documento judicial, se hizo con la única intención de hacer daño.
Sólo quiero que sepan que a mediados de Julio ofrecí, y está documentado, renunciar a cualquier indemnización a cambio de salvaguardar la dignidad de todos y cada uno de los miembros de la redacción de deportes, bien recolocándolos con su aprobación bien cobrando su indemnización. Y lo actuales dirigentes de COPE no quisieron.
Visto lo visto, parece ser que mi bondad y paciencia no me han servido de nada. No está resultando nada fácil, jugar una partida limpia contra quien acude al Juez diciendo que copia literalmente un contrato y, en lugar de hacerlo, inventa su contenido, adaptándolo a lo que le conviene. Creo que Don Bernardo Herraez, que en paz descanse (ex-presidente de COPE) no debe estar muy orgulloso de sus sucesores. Porque, señoras y señores, aquí vale todo.
José Antonio Abellán’