La literatura española desde Tirso de Molina, y antes, la figura de don Juan Tenorio y su doña Inés ha sido argumento de obras de arte, novelas, ensayos, chascarrillos. Zorrilla clavó su obra El Tenorio en la tierra de Sevilla. Con doña Inés enclaustrada en un monasterio, en el asalto del enamorado por las tapias, el rescate….y el desenlace que todos conocemos. Ahora surgen una «tenoria», la inflexible juez Alaya, quien con los ojos tapados, pero con una paciencia benedictina, está desentrañando el pozo de los famosos ERES, que ya son más de doscientos los implicados en la trama más complicada de la Justicia de los últimos cuarenta años, y donde los dineros volaban como gorriones tragando mosquitos en la próxima primavera. La excelente juez Alaya, heroína «tenoria», entra en el convento de las Jerónimas del pueblo de Constantina, donde, sin espada, ni capa, ni chambergo, ha señalado a una monja, antigua directora de una empresa de confección benefactora de unos cuantos miles de euros para reparar el tejado de la cooperativa, donde trabajaban equis mujeres de las que la actual monja era la directora, quien tras jubilarse entró en clausura para encomendar su alma a Dios, cumplir la voluntad de la Priora en las labores de la dulcería y la licorería, y rezar por los que andamos por la vida sin tiempo para la oración y la contemplación. !Que buen argumento para un folletón romántico decimonónico¡ A la monja no le han faltado novios abogados, porque la pobre en su ignorancia invencible, nunca sospechó que aquellos euros llovidos para tapar goteras del tejado estaban manchados por las chapuzas de unos administradores socialistas con las manos rotas de mangar, mangonear, engañar y sustraer dinero público con fines poco edificantes, como ahora se ha contemplado. Ese dinero, choriceado de los ERES, ha servido para droga, alcohol, prostitución, construcción ilegal, compras de coches, situándose debajo de muchos colchones. Y en un sitio que tapó goteras, cuya directora jubilada deseó terminar sus días en la paz conventual, ahora tiene que acudir ante la juez para ser interrogada. Claramente Dios escribe derecho con renglones torcidos, cuyos autores son las personas que estamos en la vida, que pensamos que nuestras acciones no tienen ninguna trascendencia. Si la tienen, aquí tenemos la prueba. Ojalá que la declaración de esta hermana religiosa abra el corazón de chicas a que vean que Dios llama a la vida contemplativa, aunque sean menos perfectas de los posible. Cristo gritó: «Quien esté libre de pecado que lance la primera piedra». Tomás de la Torre Lendínez
La juez Alaya, nueva «tenoria» ante una monasterio busca justicia

| 13 febrero, 2015
Cuando una persona es inocente,debe salir a flote su inocencia. Espero que su señoría,la juez Mercedes Alaya logre impartir justicia. Confío en ella. Un abrazo,pater. Dios le bendiga siempre.