Las cabeceras de los portales de información en la Red tienen su importancia. Ocurre lo mismo en la prensa escrita. Los lectores tenemos marcada en la mente la mancheta de tal o cual diario de nuestras preferencias, cuando lo abrimos por las mañanas.
Desde el inicio de InfoCatólica, dentro de pocos meses se cumplirán tres años, apareció con la forma que la conocemos hasta ahora. Su línea de pensamiento católico no ha cambiado ni un milímetro.
En Religión Digital estaba la escena de la Capilla Sixtina de la mano de Dios tocando el dedo del primer hombre. Desde hace pocas fechas han quitado esta cabecera y han colocado un anodino rectángulo más propio con la filosofía plurireligiosa del portal citado, donde lo mismo salen los tirios que los troyanos.
Esta portada, sinceramente es más fea que la anterior, pero es más consecuente con la ideología que alberga el sitio plurireligioso que más de una vez he llamado el bazar de los sueños rotos.
Solamente destaca la fotografía de la noticia principal con sus correspondientes títulos y subtítulos, y el sumario de rigor.
El resto del contenido de la página de inicio es el mismo. El igual tipo de fotografías pequeñas, la letra menuda, los titulares poco visibles, la cantidad mezclada de noticias, que de viejas van bajando la pantalla hasta todo el fondo de la misma.
En el lugar de los blogs existen unas fotografías minúsculas, una letrilla pequeñina, y un listín casi telefónico de blogueros que en la mayoría de los casos están de adorno, pues llevan meses sin actualizarlos colgando alguna entrada en ellos.
Donde no existe filtro alguno son en los comentarios a los blogs. Algunas veces encuentra uno intervenciones que son verdaderos ataques al firmante del artículo o al resto de personas que han entrado en el foro y el asunto sigue enquistado ahí horas y días enteros.
Las edades de los blogueros son muy altas, según se miran las fotografías, y se conoce a las personas en su biografía. Esto supone que sean de la generación que vio hacerse el Concilio Vaticano II y fueron protagonistas de sus años posteriores, por esto en toda la portada siempre se respira un anhelo de volver a aquellos años buscando una Iglesia que fue así para entonces, pero que nunca más volverá.
Dejo estas sugerencias aquí por si valen para algo. En caso contrario, los oídos sordos son una manera educada de que todos sigamos para adelante navegando por la Red.
Tomás de la Torre Lendínez