La noche de ayer fue un grito a la libertad de expresión, de intercambios de archivos y de mantenimiento de Internet tal como lo conocemos, escribimos y estamos en él situado en un portal como InfoCatólica, y en este blog El Olivo. Soy partidario de que sea el Estado de Derecho quien entre en los desafueros cometidos en el mundo del ciberespacio persiguiendo los delitos correspondientes y cerrando las páginas que los cometan, y que sus autores paguen con la pena que les corresponda.
Por esto me alegro que el Parlamento haya tumbado la llamada Ley Sinde, donde, tras una “comisión de censura previa”, se pretendía camuflar, enviando después a los tribunales, a los dueños de páginas que infligieran las leyes, repito camuflar una “verdadera censura previa”.
El sentido común se ha impuesto en los representantes de los varios partidos políticos, que han votado en contra de una Ley absolutamente enemiga de la libertad de expresión, un valor tan importante para la democracia y la vigencia de Internet tal como lo conocemos.
Moralmente, desde el punto de vista de la doctrina social de la Iglesia, la ley tumbada ayer en el Parlamento, era deficitaria por muchos aspectos. Por ejemplo, no se puede crear una “comisión de censura previa” persiguiendo, presuntamente, a una persona o a un grupo de personas, para, después de verles sus contenidos, decidir arbitrariamente llevarlos ante un tribunal que cierre esa página o portal. Esta inmoralidad no es permisible desde la Iglesia de Cristo, porque las personas, todas, somos inocentes hasta que la justicia lo demuestre. Pero nunca una “comisión de censura previa”, que puede estar viciada por amiguismos u otros intereses, es nadie para decidir quien tiene contenidos aptos o no aptos. Esto solamente se da en países dictatoriales.
Es verdad, que la Ley tumbada pasará de nuevo al Senado, donde deben limarle los aspectos que varios parlamentarios han declarado: solamente, en un Estado de Derecho, son los tribunales competentes, con las pruebas en la mano, los que deben actuar contra los desafueros que alguien cometa en Internet.
Así que el partido no ha terminado. Ayer se ganó por un gol a cero. Tendremos que asistir a las partes sucesivas para ver en lo que queda todo esto. Espero que la cordura domine a los legisladores y vean que los internautas somos personas normales, igual que los que caminan por las calles. No somos predelicuentes. Y cuidado, también, somos votantes. Así que nos traten como ciudadanos que es lo que somos.
Tomás de la Torre Lendínez