Hoy se han entregado los premios Bravo. Desde mis tiempos en que fui nombrado delegado diocesano de medios de comunicación social de mi diócesis, siempre llegaba la invitación a asistir a la entrega de los premios a mi correo personal. Cuando cesé en el cargo continuaron enviando la circular para estar presente en ese acto. Nunca estuve ni cuando ejercía el cargo, ni cuando salí del mismo. Este año, han debido extraviar, borrar, tachar, señalar, manipular, escamotear, mi dirección postal. ¿Motivos de tal desaparición? Los sabrán los organizadores y las personas auxiliares de colocar una circular dentro de un sobre franqueado con la dirección concreta. Este hecho confirma una vez más que el Blog El Olivo sigue en pie, a pesar de las embestidas contra él por parte de quienes les sube la vomitera cuando todavía lo ven vivo y pimpante. El Olivo seguirá mientras la respiración me asista, nunca se pasará ni al periodismo jabonoso, ni al de las barricadas tan actuales en estos días, ni a la idolatración de personas o instituciones pasajeras, como lo somos todos los humanos. El Olivo seguirá mientras el firmante de estas líneas tenga la sensatez del amor, la fe y la esperanza en Jesús, fundador de la Iglesia Católica en la que fui bautizado y en cuyo seno deseo descansar para esperar la resurrección final cuando el Señor venga a juzgar a vivos y muertos, incluyendo también a las manos negras que han perdido mi dirección postal de la base de datos personales del organismo correspondiente. Tomás de la Torre Lendínez
Han extraviado mi dirección postal

| 25 enero, 2016
Don Tomás «El mayor desprecio es no hacer aprecio» En este mundo casi todo se mueve por «El interés te quiero Andrés», y otro refranillo más cierto que el aire que respiro: «El que regala bien vende si el que lo toma lo entiende». Pues nada usted siga en este blog del Olivo le pese a quien le pese que ya santo Domingo de Sales descubrió que la palabra bien dicha y defensora de Dios traspasa fronteras. Siga sembrando verdades como lo hizo Jesús, claro que le costó la cruz, y los simples mortales que osamos a eso nos despellejarán y con nuestras tripas collares se harán, pero luego viene una corona que ellos no podrán colocársela. Bueno, sino digamos como aquel tonto del pueblo: «Fernando soy a donde me llaman voy», aunque pensándolo bien ahora hay muchos tontos de esos.
PAX a todos.
Padre, si usted mismo declara que nunca ha asistido a la entrega de los premios, no se entiende la queja por la ausencia de invitaci’on este año.
Saludos cordiales.