¿Hacia un partido católico en España?

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Se ha convocado para el próximo 6 de noviembre de 2009, en Madrid, una Jornada de Estudio sobre “Los partidos confesionales españoles”, con ponencias sobre los partidos políticos católicos del XIX y del XX a cargo de los profesores Magaz Fernández, Andrés Martínez Esteban, Cristina Barreiro, Feliciano Motero y el diputado del PP, Eugenio Nasarre.

Esto ha provocado un debate en los medios informativos sobre la conveniencia de que existan partidos confesionales católicos. Algunos católicos señalados encuadrados dentro de grupos cristianos reconocidos como tales han dejado caer que ha llegado el momento de la creación de estos partidos confesionales.

Hemos dado una lectura sosegada a un documento firmado por la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española, el 22 de abril de 1986, titulado Los católicos en la vida pública. Es muy interesante para el debate abierto en estas fechas.

Los obispos escribían así en aquella ocasión:

“Existen obras y asociaciones seculares de diversa índole que se atribuyen el calificativo de cristianas o católicas. Esta designación responde a veces a razones históricas sin pretender afirmar un carácter estrictamente confesional. Pero entendido en su pleno sentido, este calificativo expresa la voluntad de atribuir un carácter confesional no sólo a la inspiración original de tales obras o instituciones, sino también a sus proyectos concretos y aun a los mismos resultados obtenidos.

Por consiguiente, la confesionalidad de una institución secular no consiste únicamente en su original inspiración cristiana, sino que añade la responsabilidad de la Iglesia como tal y de la autoridad eclesiástica respecto al carácter cristiano del proceso de realización del proyecto y de los resultados obtenidos.

La legitimidad de las obras y asociaciones seculares confesionales es hoy frecuentemente rechazada por no considerarlas conformes con una sana eclesiología ni con las exigencias de la libertad de la sociedad civil. Se quiere ver en ellas la voluntad de la Iglesia de intervenir e influir indebidamente en el ámbito de la autonomía secular más allá de los objetivos estrictamente religiosos que le son propios.

Existen, sin embargo, asociaciones y grupos a los que, aun afirmada su inspiración cristiana en razón de los objetivos pretendidos y de los procedimientos empleados, no cabe atribuirles el calificativo de confesionales. Así sucede con aquellas asociaciones o instituciones en las que los condicionamientos impuestos por las mediaciones humanas tanto técnicas como ideológicas, la naturaleza de las estrategias a utilizar o el carácter coyuntural de las decisiones a tomar, difícilmente pueden justificar el calificativo de cristianos o católicos en su pleno sentido confesional. Es el caso de los partidos políticos, de las asociaciones sindicales u otras semejantes.

Dado que la manifestación pública de la confesionalidad compromete no solamente a las personas particulares directamente implicadas, sino también al interés común de la Iglesia, ha de atribuirse a la Jerarquía eclesiástica la competencia pertinente para desautorizar el uso improcedente de la denominación confesional46. Llegado el caso, los Obispos, encargados de velar por el bien de la comunidad cristiana, habrán de actuar conjuntamente siempre que sus decisiones alcancen más allá de los límites territoriales de su propia e inmediata competencia.”

Nosotros pensamos que, dada la situación actual, donde el laicismo impera por todas partes, tras casi tres lustros después, las palabras de los obispos tienen una plena vigencia. El hecho de que apareciera un partido católico sería tachado por la fuerza de los medios informativos en manos de la izquierda mental y militante en su mayoría, como la extrema derecha o algo similar. Lo que ahondaría mucho más el abismo entre la sociedad civil y los católicos encuadrados en ese supuesto partido.

Yo soy más partidario que los ciudadanos militen en los partidos que deseen y en asociaciones civiles, desde donde puedan actuar como tales católicos buscando el bien común de una sociedad que vive muy apartada de la doctrina social de la Iglesia. Confío más en la acción de la levadura en la masa, que en una organización católica con fines políticos directos, que con la historia reciente en la mano nunca ha cuajado, por los motivos conocidos, en la sociedad española, y cuando en el resto de naciones de nuestro entorno han desparecido y nadie está dispuesto a crear partidos confesionales en esos lugares. Así que aprendamos de otros que nos llevan por delante en experiencia democrática bastantes años.

Tomás de la Torre Lendínez

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