En el Diario El Mundo leo la aparición diaria del escritor Antonio Gala. Incluso aquí en El Olivo le hemos dedicado alguno de los artículos. Antonio Gala, a pesar de ser un buen escritor, es una persona con excesivas filias y fobias.
La principal fobia de Gala es la Iglesia Católica, desde el Papa al último monaguillo, a quienes desea vernos desaparecer del mapa. Los motivos los conocemos. Están en su propia biografía.
Una de sus filias es el mundo árabe. Su novela La pasión turca, llevada también al cine, demuestra lo que decimos. Pero ahora se despacha con un aviso que más parece una broma dentro del contexto de un acto de cata del vino de Montilla-Moriles.
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En su alocución hizo además referencia a una confidencia que le fue realizada por un “mandante” islámico, a partir de la cual ha extraído la anterior conclusión. “No olvidéis lo que hoy en broma os digo”, recomendó a los asistentes a la cata de vinos, “porque quienes aman siempre desean poseer aunque sea el cadáver de quienes amaron.”
Aprovechando el carácter enológico del acto, pidió a los presentes que se preparen para defenderse del Islam incluso “a botellazos si es preciso”, pero eso sí, con botellas de Montilla-Moriles.
Sinceramente, no me tomo en serio nada de lo dicho por Gala en ese acto. Sus filias son tan grandes que nunca se convierten en fobias, aunque se lo mande el mismo moro Muza, o el “mandante” al que él hace referencia.
Tomás de la Torre Lendínez
