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Foto de la unidad

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Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 31

En cierto momento, durante su discurso sobre las bienaventuranzas, Jesús puso una comparación muy ilustrada: el hombre prudente que coloca su casa sobre una cimentación de piedra, tiene menos peligro que se caiga al suelo, que quien levanta su edificio sobre arena, cuando llegue una avalancha de agua incontrolable.

Cuando España ha perdido su cimentación católica y sus raíces han pasado a ser arenisca polvorosa, el presente y futuro de nuestra nación está en manos de los desquiciados mentales, con la cabeza puesta en cortar el mapa español con unas tijeras como si ese juego no tuviera sus consecuencias sangrientas que saben aprovechar los ejecutores de la masacre del terrorismo en la ciudad condal. La foto del minuto de silencio, una supuesta unidad desde la más alta autoridad hasta el último ciudadano, solamente es la gloria de un sueño perdido entre los celajes y las penumbras de la milenaria historia de España.

Era cuando los reyes eran llamados y era cierto: Católicos. Era cuando España evangelizaba más allá del Atlántico a nuevos pueblos. Era cuando la unidad de los hombres y las tierras españolas no era un simple deseo, sino una realidad vivida y sentida de veras. Era cuando ningún pensamiento disgregante había colocado su casa sobre arena en ninguna parte de la península y las islas. Era, en definitiva, cuando estábamos orgullosos de ser españoles y católicos. Ahora, por el contrario, tanto nuestros edificios físicos como los mentales están apoyados sobre arena, sobre el permanente miedo al terrorismo etarra o islamista, ansiosos de dividir y vencer, de partir el mapa español, seducidos por el odio a la civilización católica, y por encontrar a los españoles más alejados de Dios seducidos por el dinero, el ídolo culpable a quien no debemos servir a la misma vez, según la misma sentencia del Señor.

Los servicios del orden público no deberían estar tan partidos como lo están ahora, porque cuando los agentes de apagar los fuegos sociales o laborales, se pisan la manguera el agua no llega a anular el inicio del problema, que se aviva por la fuerza del viento y por el afán del mimetismo plagiario existente en todos los grupos similares.

Los retratados en la foto de la unidad afirmaban no tener miedo. Es cierto y bueno. Nadie debe temer a nadie, pero en la misma cabecera de la instantánea se encontraban representantes del secesionismo catalán, quienes han afirmado que la matanza de inocentes no les apartará de sus delirios separatistas, que tienen día y hora colocados en el calendario inmediato.

¿Los catalanes no separatistas no deben tener miedo a los secesionistas? Parece muy difícil de tragar cuando éstos últimos están recostados sobre el mismo diván donde yacen grupos radicales y enemigos del orden establecidos en el marco constitucional nacido en 1978.

Y el resto de españoles, ¿debemos tener miedo a todo lo que tienen organizado? Miedo pienso que no, pero recelo y preocupación parece que es muy humano. Aunque lo más cristiano es rezar por el eterno descanso de los fallecidos en el atentado del jueves pasado, entre los cuales se encuentra un señor nacido en la provincia de Granada y pedir al Señor por el restablecimiento de la salud de los heridos, originarios de otros puntos de la geografía mundial.

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