Aquellos años locos como el febrerillo que vamos a comenzar nos traían papeles de todo tipo. En la Granada de mis estudios universitarios llegaban panfletos que firmábamos sin darle más importancia. Seguramente yo firmé el mismo documento que Benedicto XVI, siendo un estudiante de Teología en la Facultad de Cartuja.
La noticia se puede leer pulsando aquí mismo.
He estado recordando en mis archivos de la memoria personal, y es muy probable que yo fuera uno de los firmantes. ¿Pasa algo con esto?. Absolutamente nada. Es la prueba de que aquellos años eclesiales eran volcánicos. Muchos se quemaron en ellos y otros estamos aquí. Benedicto XVI está donde Dios le ha colocado.
Pero rasgarse las vestiduras por esto, sospechando que el Papa es un enemigo del celibato sacerdotal es ser unos ingenuos y no conocer a la persona de Benedicto XVI. Y tomar esta noticia como prueba de la necesidad de abolir el celibato de los sacerdotes dentro de la Santa Iglesia Católica Romana es desear justificar conductas personales de unos con un papelucho, aunque estuviera firmado por quienes dicen que está firmado.
Yo propongo al dueño de ese papelucho, del que hacíamos copia en una multicopista manual de carne de membrillo, que lo entregue a un gabinete científico para que lo analicen con las técnicas propias de hoy para demostrar su autenticidad histórica, la veracidad de las firmas, la composición química de la tinta, el granulado del papel, y todo lo que sea posible. Seguramente el chasco resultante sería clamoroso.
Mientras, al paso de los años, yo le doy a ese papelucho el mismo valor que las firmas que te ponen, en las mesas situadas al efecto en plena calle, pidiendo que te adhieras a tal campaña contra la caza de ballenas, focas o asuntos similares.
Por lo tanto, concluyo, el efecto que algunos portales desean darle a esta noticia es de ilusos. La Iglesia no se tambalea con noticias como la ese papelucho, eso es lo que desearían los de siempre, que viven presos de sus propios fantasmas personales.
Tomás de la Torre Lendínez