El Telegrama de Melilla es el penúltimo periódico en papel que tiene que cerrar por ser inviable econonómicamente. Con 113 años de historia, el periódico decano de la ciudad autónoma lleva seis meses sin pagar a sus empleados y nueve profesionales han abandonado el diario de forma voluntaria en los últimos meses. A la caída de la difusión y del mercado publicitario que asfixian a todos los periódicos impresos de España, ha contribuido al cierre de El Telegrama la deuda contraída con el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Melilla, que desde el mes de junio no paga la publicidad contratada. La cantidad adeudada asciende a 160.000 euros, según informa la APM. Actualmente, la plantilla del periódico está formada por tan solo 7 trabajadores, de los 23 que llegaron a ser hace cuatro años. Una de las últimas medidas destinadas a salvar el periódico fue difundir los ejemplares de forma gratuita a partir del 13 de abril (antes costaba 1 euro), con el objetivo de aumentar sus lectores y, como consecuencia, los ingresos por publicidad. A pesar de ello, el 29 de mayo está previsto que salga el último número de El Telegrama de Melilla. La historia de El Telegrama se hunde en la historia del protectorado español sobre Marruecos a comienzos del siglo pasado. Cuando la ciudad autonóma de Melilla era centro militar de primer orden albergando tropas españolas y siendo cabeza de puente para el envío de heridos en las campañas bélicas contra los insurrectos hasta, por ejemplo, Málaga o Antequera, donde existían hospitales de sangre ubicados en edificios que hoy son colegios de monjas. Cuando un diario de papel cierra los lectores del mismo y los lectores de la prensa de papel pasamos pena, sentimos como si se marcha un familiar querido al otro mundo. Descanse en paz la gran cabecera de El Telegrama el periódico de los frentes y las trincheras, fuente inagotable para escribir la historia de la ciudad autonóma melillense. Tomás de la Torre Lendínez
Elegía por la muerte de El Telegrama de Melilla
| 27 mayo, 2015
El pago de los salarios es una de las maneras de justicia que existe. Malos tiempos,don Tomás. No perdamos la esperanza,pero hagamos todo aquello que esté en nuestra mano.
Un abrazo.