‘Dentro de la diez mandamientos de la ley de Dios, existe uno que es poco apreciado en los días que corren. Es el cuarto: Honrarás a tu padre y a tu madre.
La felicidad más completa de un matrimonio, es cuando Dios le llena con el nacimiento de un hijo, en especial en aquellas parejas que lo anhelaban largo tiempo, y por fín se realiza su deseo.
Los padres cuidan de este hijo, desde el primer momento en que viene al mundo. Al pasar de los años, ese hijo único, crece mimado y son colmados sus deseos. !Grave error de los padres¡. Hay que hacer ver al niño, desde pequeño, el valor que tienen las cosas, y lo que cuesta conseguirlas, de esta forma, se ha de distinguir entre un deseo o capricho o necesidad.
¿Y qué pasó con aquel niño a quien concedian todos los caprichos?
Pues que, salió a otra ciudad a estudiar y estaba al cuidado de su abuela. Como estaba acostumbrado a conseguir todo lo que se le antojaba, tropezó con la voluntad firme de la abuela, que no estaba dispuesta a darle así porque sí.
El niñó, mejor dicho, el adolescente, soberbio e impetuoso quso conseguir cierta cantidad de dinero para sus caprichos, y ante la negativa, llegó al extremo de levantar la mano a la abuela, con tan mala fortuna que cayó para atrás pengándose con el quicio de una puerta en la nuca, murió en el acto.
Aquel nieto, tras pasar por los tribunales correspondientes, estuvo en una residencia, por ser menor de edad penal, para rehabilitar a jóvenes delincuentes. Y hoy, con veinte años, está escribiendo estas líneas que envio, por medio del capellán de la cárcel, para que ustedes conozcan mi historia.
Actualmente, colaboro en el equipo interior de la capellanía de la prisión donde todavia me quedan algunos años. Estoy absolutamente arrepentido de lo que sucedió. He estudiado la carrera de derecho. Tengo unos grandes proyectos para cuando salga a la sociedad. Pienso crear un bufete de abogado y dedicarme a las causas cometidas por jóvenes…..así estoy en las manos de Dios: que El disponga de mí.’
Nosotros, en El Olivo, ponemos esta misiva. Ese es el deseo de su autor. Con esto se da por satisfecho. ¿Qué lecciones sacamos los lectores y visitantes?. Cada uno las puede escribir aquí o en su conciencia. La libertad es total.
Tomás de la Torre Lendínez