Estamos de acuerdo que es necesario purificar la piedad popular en torno a la veneración de los santos patrones de nuestros pueblos. Es necesario educar a los cristianos para que la religiosidad esté centrada en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, que actúa por las criaturas: la Virgen Santísima y los santos canonizados por la Iglesia de manera oficial y pública.
Pero de esta urgencia pastoral, llegar a afirmar que en la Iglesia sobran todas las mediaciones de los santos antiguos o nuevos, viejos o actuales, va un trecho que lo recorre Jairo del Agua, el iconoclasta, el señor que no se da cuenta que está fuera de la Iglesia, o si se da cuenta, y lo hace adrede tiene doble pecado.
Su artículo con un título multicolor y casi herético: El baile de los paraguas – (O cómo usar sacacorchos para forzar al ‘dios botellón’), colgado en Religión Digital, dinamita por los aires la fe de la Iglesia Católica en el culto a los santos.
“El culto a los santos, tal como lo practicamos hoy, es una de las estafas que hacemos a la religión auténtica”.
Claramente, Jairo del Agua es un hereje de estos días, a quien es conveniente que le paren los pies cuanto antes, porque con un lenguaje semipoético mete unos bombazos a los lectores que los hace pedazos en su fe cristiana.
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Tomás de la Torre Lendínez