El cardenal Tarancón manipulado por la izquierda

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Tengo alergia a las recreaciones históricas que la factoría de Televisión Española hace de personas y acontecimientos recientes. Siempre las manipula y les da el retoque que interesa a los que creen que la historia la puede escribir del color que les hubiera gustado que sucediera.

Ante tamaña manipulación me he levantado de estar ante televisor y he llegado hasta el ordenador para escribir las mentiras que he encontrado en los dos capítulos que la 1 de TVE está pasando en estos momentos ante los españoles.

El cardenal Tarancón no era un héroe, a la americana, donde siempre triunfaba y nunca se equivocaba; donde siempre convencía y nuncia perdía. Esta visión todopoderosa del cardenal Tarancón solamente puede salir de una factoría donde se desea contar la vida y obra de una persona idealizada por la izquierda política de entonces y de ahora, ahuyentando a los que pensaran al contrario que él.

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El guón pinta al obispo don José Guerra Campos como un bobo adicto al Régimen de Franco. Si creen que nos tragamos esa figura van listos. Monseñor Guerra Campos era un pastor de almas, un obispo entregado a su misión pastoral y hombre de Dios, algo que le ha llevado a estar hoy en proceso de beatificación.

El cardenal Tarancón nunca fue tan valiente como lo pintan. Tuvo sus momentos de oscuridad y de dudas fuertes. Tampoco fue su papel en la historia de la Iglesia como si fuera un líder político, ni mucho menos. O, al menos, debió aparecer menos así y la Iglesia de hoy no estaría tan llena de nostálgicos del taranconismo como expresión de su Iglesia dominada por las izquierdas políticas, eclesiales y teológicas.

Mientras, el guión de esta noche ensalza a un cardenal vencedor en todas las batallas de aquellos años de la Transición, el Espiritu Santo mantenía a un cardenal don Marcelo Gonzalez, instalado en Toledo, sabiendo mantener el frasco de las esencias claves de la vida de la Iglesia, sobre todo en su Seminario, lugar donde en aquellos años estudiaban muchos jóvenes que hoy están de obispos al frente de importantes diócesis españolas y de Hispanoamérica.

Desde Roma, Juan Pablo II observaba con lupa al cardenal Tarancón, quien cuando cumplio los 75 años presentó su dimisión en Roma, y al poco tiempo, unas semanas, le fue aceptada conforme al Derecho Canónico.

Su sucesor, monseñor Ángel Suquía llegó a serenar aquella Iglesia taranconiana, y a colocar la cimentación de una verdad clave: la Iglesia no puede estar en manos de una izquierda materialista, ni de una derecha boba. La Iglesia es para todos los hijos de Dios y no puede estar casada con ningún poder de este mundo.

Tras el cardenal Suquía, llegó a Madrid monseñor Rouco, quien esta tarde preside la Misas de las Familias, a pesar de las zancadillas de aquellos nostálgicos de la izquierda eclesial, que le tienen una fobia singular.

Ruego al Señor que la Misa de hoy sea una gran manifestación de amor a Dios y a la familia cristiana.

Cuando el tiempo pase más sobre la figura del cardenal Tarancón, se podrá escribir una biografía suya que sea equilibrada. Mientras, mejor es esperar que los hinchas del aquellos años vayan pasando al trastero de la historia. Con más perspectiva histórica se escribirá con mayor objetividad. Lo de anoche pasará sin pena ni gloria.

Tomás de la Torre Lendínez

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