Un compañero me invita a su casa. Le han regalado durante los días navideños un E-Book. Desea enseñármelo. Voy con sumo gusto. He pasado un rato agradable.
He tenido entre mis manos un pequeño aparato, tamaño cuartilla, color blanco, pantalla y sus mandos correspondientes. Las prestaciones de este instrumento son los 500 libros que trae en su disco duro; se graba música, vídeos, fotos, voz, y radio. Es un artefacto multimedia con todas las conquistas del momento tecnológico actual.
Mientras regreso a la casa recuerdo que los libros metidos en ese disco duro son las joyas de la literatura española y mundial, incluidas obras de contenido teológico antiguas y nuevas. Están ordenados alfabéticamente. Su lectura se hace fácil, pues dispone de un sistema de aumentar el tipo de letra, y con los pinganillos correspondientes se puede estar oyendo música placenteramente y leer.
He pensado que tenemos el futuro en el presente. Ahora no existe excusa para no leer pues el peso del aparato no pasa de unos pocos gramos y cabe en el bolsillo de la chaqueta.
Encuentro en la red el presente vídeo, tras verlo varias veces, decido dejarlo aquí.
[video:youtube:iwPj0qgvfIs]La técnica avanza, pero el libro de siempre, el de papel, el amigo que nunca se enfada cuando uno corta la función lectora, que huele a tinta, que no necesita cables, para mí, hoy por hoy, es insustituible.
Se lo he dicho al compañero: Te felicito por tu E-Book. Pero yo seguiré pegado a los libros de papel, que desde pequeño han sido y son mis mejores amigos, pues me han enseñado todo lo poco que conozco.
Uno de ellos: la Biblia, contiene la Palabra de Dios. En ella y con ella rezo todos los días al Señor. Y así saco fuerzas para seguir sirviendo al Señor y los hermanos, como sacerdote, dentro de la Iglesia Católica.
Tomás de la Torre Lendínez