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¿Por qué has dudado, hombre de poca fe?

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Cierto día iba Jesús andando por el agua en el lago de Galilea. Se acerca a sus discípulos que faenaban en su barca. El primario carácter de Pedro le hace saltar rogando ser él igual al Maestro. Se lanza al agua como pudo, intentó la hazaña, pero comenzó a hundirse. El Señor le echó en cara su osadía fanfarrona y le dijo: ¿Por qué has dudado, hombre de poca fe?.

En el mar de la vida existen muchos envalentonados, que pretenden enfrentarse a todo tipo de apuestas, aventuras, e ilusiones. Se prometen a sí mismos llegar hasta las cimas más altas.

Como el oleaje es fuerte, la crisis económica no se va, las amistades salen pitando, entonces, ante la soledad de la travesía, es fácil salir a clamar que la culpa del hundimiento es de otros, que no dejan que se navegue por el agua, porque están colocando redes de espino que han roto el suelo de la barquilla, no se puede achicar el agua, y la aventura toca a su fin.

Siempre conviene mirar a Pedro, y volver a oír la sentencia de Jesús: ¿Por qué has dudado, hombre de poca fe?.

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2 comentarios en “¿Por qué has dudado, hombre de poca fe?

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