Dos novelas en una: Mirlo blanco, cisne negro, firmada por Juan Manuel de Prada

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Es común conocer el teatro dentro del mismo teatro. Es corriente ver cómo se hace cine dentro del propio cine. Nos faltaba lo que ha escrito Juan Manuel de Prada en Mirlo blanco, cisne negro, su última novela donde leemos dos novelas en una, donde no queda nada en el mundo editorial que no sea pasado por el catalejo del capitán del barco, Alejandro Ballesteros que así se llama el joven novelista lleno de ganas de abrirse sitio en el friso de los literatos «nocilleros» y los carcamales consagrados al dictado del poder oscuro, pero perfectamente conocidos en el parnaso español de los últimos veinte años.

El autor escribe un ajuste de cuentas con una prosa, plena de retranca española, con la que dibuja en un mercadillo persa a todos los que mojan sus plumas buscando la gloria de contar alguna historia comestible a los lectores, críticos, editores, jefe ocultos, políticos innombrables, medios de comunicación dueños del mercado editorial del pensamiento único y políticamente correcto, quienes elevan títulos en la mercadotecnia del papel impreso, o los mandan a las galeras como castigo eterno.

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Juan Manuel de Prada en esta novela nos presenta dos novelas en una, que es Mirlo blanco, cisne negro. El maestro Saldaña firma una. Ballesteros firma otra, que es retocada por los dos, que están a punto de firmarla, cuando gana la primera versión de la firmada por Alex Ballesteros, gracias a la «ignorante» Paloma, novia del discípulo.

Toda la trama, donde aparecen pocos protagonistas, lleva al lector cogido de la mano y del cuello a terminar la lectura cuanto antes, porque el estilo es desgarrador, dramático, trágico y sobrecogedor sin el menor derramamiento de sangre, pero sí con el desnudo de cuerpos y almas anegados de intereses egoístas, personalistas, descubridores de cómo el autor conoce perfectamente la psicología y la biografía de los entresijos de sus personajes, a quienes pinta con unos trazos gruesos subrayando sus miserias y sus bondades, más bien pocas.

Se ha dicho que Juan Manuel de Prada es un conocedor del novelista ruso Fiodor M. Dostoievski. En esta novela lo demuestra con mano de seda cuando es necesario describir paisajes, y con puño de hierro cuando describe a las personas y sus intimidades interpersonales.

Aconsejo leer esta novela de Juan Manuel de Prada. Es un veneno lento que entra gota a gota, pero cuando se llega hacia la mitad, entra un ímpetu imparable hasta darle fin a la última gota de la copa.

Felicito al amigo Juan Manuel de Prada, quien considero debe estar feliz de haber pasado por su fina espada a toda la maraña de gente, gentecilla y gentuza, envuelta en el mundo editorial, tan desconocido por dentro para el gran público. Porque el autor ha hecho una excelente novela, con dos dentro de la misma trama.

Tomás de la Torre Lendínez

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