Artículo publicado en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 31, el domingo 12 de abril. Entre las coplas de la infancia de antaño, destacaba una letrilla amorosa: “Soy capitán de un barco inglés/ y en cada puerto tengo una mujer/, la rubia es fenomenal/ y la morena tampoco está mal…”. Esto es, según cuenta nuestro diario, lo ocurrido a un ciudadano chino, quien, tras sufrir un accidente, acuden 17 mujeres al hospital a verlo, porque con todas tenía relaciones amorosas: tenía un hijo propio con una, otras le daban dinero, y con la última estaba preparando la boda. Con razón, la Moral de la Iglesia Católica, desde las fuentes evangélicas, recomienda que la pareja sea una y única, anulando la poligamia y la poliandria, porque luego pasa lo que al ciudadano chino pueden aparecer todas o todos a la vez en caso de accidente o en la hora pillar la herencia de una fortuna posible. Toda la literatura española está llena del donjuanismo, donde el machote ibérico siempre ha paseado trofeos femeninos por doquier, los ha coleccionado y alguna paleta los ha dejado plasmado en un lienzo para siempre. El tópico donjuanesco producía una singular imagen femenina, consistente en que la mujer legítima sufría y rezaba por la conversión de su marido, cuando lo veía salir al anochecer camino de la casa de la buscona o querida. Negras leyendas corrían de boca en boca, en las que el Arco de San Lorenzo era el centro húmedo de las apariciones fantasmales para que los aprendices donjuanescos no fueran descubiertos tras el embozo de la capa y el sombrero de copa. Aquellas legítimas mujeres, muchas de ellas mártires silenciosas del sufrimiento hogareño, acudían al templo, donde tras el sigilo del sacramento de la penitencia podían expansionar su afligido y herido corazón ante el Señor. Hoy existe el donjuanismo en pequeñas dosis, o de mutuo acuerdo. A veces aparece en la versión masculina o en la traducción femenina. Aquella hipocresía social y familiar de los tiempos victorianos ha ido al trastero de la historia, pero el aventurerismo amoroso no se ha detenido. Las tecnologías digitales producen esos encuentros cibernéticos que pueden acabar en baja cuna o en alta cama, pero que son tan destructores de la familia como los viejos casos contados por los copleros populares. La Moral de la Iglesia Católica sigue siendo inflexible en este aspecto con todas las parejas que contraen el sagrado sacramento del matrimonio. A los contrayentes se les pide y exige que mantengan un amor único, exclusivo, unido y fiel a ambos, hombre y mujer, hasta que la muerte los separe. La fidelidad matrimonial es la prueba del nueve del amor entre esposo y esposa tanto como nido de la procreación de los hijos, como referencia de la educación en los valores evangélicos de la prole, huyendo siempre de las tentaciones del donjuanismo con la cara del siglo actual. Tomás de la Torre Lendínez
Donjuanismo
| 12 abril, 2015
Me gustaría comentar un par de cosas:
>En primer lugar, siempre se ha interpretado el pasaje de Mt 5, 8 de la manera más evidente; es decir como una condena del divorcio y un establecimiento de un matrimonio inviolable dentro del ámbito cristiano. Pareciendome a mi también esa, una conclusión clara, hay que extraer, también, de ese pedazo del Evangelio una crítica feroz al machismo imperante en la época de Jesús.
En la tradición judía sólo los varones podían repudiar a sus mujeres y lo que hace Cristo (o al menos una de las cosas que hace) es equiparar a ambos en dignidad y derechos. Lo hace restringiendo el divorcio a ambos, en vez de extendiéndolo a los dos, pero los iguala.
Y en segundo lugar, creo que una de las razones por las que hay entre los que se casan por la Iglesia, un porcentaje tan alto de divorcios o de personas que se quieren separar, además de la cultura de la infidelidad en la que vivimos, es el hecho de que la preparación para el matrimonio católico, que debería empezar desde las catequesis de adolescencia y juventud (confirmación pornejemplo) es muy deficiente.
El matrimonio es algo mucho más importante de lo que los novios se creen y luego llega lo que llega.
Si los responsables de esa catequesis prematrimonial fueran más exigentes, otro gallo nos cantaría.
Pero está por ver que se le niegue a una parehje el matrimonio eclesiástico por falta de preparación o compromiso……
Llevo casado 36 años más 2 años de noviazgo. Mi compromiso,G.a.D,es la fidelidad,el respeto y el amor(pongáse en el orden que se desee). El atractivo sexual o sensual de una mujer no puede ni debe conducirte a la infedelidad porque en casa está tu realidad y es la construida conjuntamente tras los años de convivencia fieles al mandato del Señor.
Un abrazo,don Tomás.