Dichosa lluvia

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Atravesada está España en estos momentos por las conocidas cabalgatas de los Reyes Magos. Los niños mirando a unos personajes extraños para su mente infantil, consideran que son los todopoderosos personajes que siguiendo una estrella llegaron hasta el portal de Belén a entregar regalos al Niño Jesús, porque era el Hijo de Dios que ellos habían logrado descifrar en sus grandes y hondas sabidurías orientales. Gracias a un partido político concreto, culpable de muchas trapisondas en la historia española de los últimos cien años, llegaron a los consistorios, con sus votos, a lo mejor de cada casa, a la flor y nata del más puro pensamiento marxista, que no se merecían tales cargos, porque no había sido la voluntad de los votantes, sino el apaño nacido del odio vengativo que siempre vuela por los concejos españoles. Las cabalgatas de los Reyes Magos han pasado a escribirse con minúscula, la ideología dominante del ridículo más atroz está abriéndose paso por las calles de las ciudades españolas, donde ahora mismo no esté cayendo agua a mantas como ocurre en bastantes sitios. Dichosa lluvia que ha obligado a suspender muchos cortejos reales. Dichosa lluvia que ha estropeado que gentes con actitud de odio al significado de la fiesta se queden vestidos y maquillados sin poder engañar a la grey infantil del lugar equis o zeta. Dichosa lluvia que dará agua para los pantanos de los beben las personas y los campos. Dichosa lluvia que a los complejos turísticos de la nieve les está dando la materia prima para que no pierdan la temporada de esquí. Dichosa lluvia de la inmediatez que limpiará la atmósfera ideológica de esos matrimonios de conveniencia política que se fraguaron y consumaron allá por los meses de mayo y junio pasados. Dichosos niños de hogares cristianos que dormirán como benditos esta noche, se levantarán mañana y descubrirán los regalos que los Reyes Magos les dejarán. Dichosa hermana lluvia tan necesaria para la vida humana y espiritual. Tomás de la Torre Lendínez

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