Desamortización encubierta: no. Cambios eclesiales: sí

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Robado el Códice compostelano se ha levantado una enorme polémica sobre la seguridad del patrimonio histórico y artístico de la Iglesia en España. Yo afirmo que este patrimonio está seguro y en las mejores manos: las de la Iglesia, que es la depositaria secular de un patrimonio recibido a lo largo de su historia.

Tras el debate, se esconde una visión maniquea de la situación: que se entregue al Estado todo el patrimonio eclesial y que lo custodie y guarde. Vamos, por favor. Dejémonos de engaños y mentiras. El Estado, con unas arcas exhaustas, no tiene ni para pagar las nóminas de los funcionarios, y va a gastar en la seguridad de unos bienes que son objeto del deseo de tantos y tantos arrimados como tiene ese enorme bicho que conocemos como Estado.

Ya lo vimos hace unos años con los robos sufridos en la Biblioteca Nacional. La voracidad humana no tiene límites.

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Una tercera desamortización de los bienes eclesiásticos es lo que le vendría bien a un Estado en quiebra para subastarlos al mejor postor y superar la crisis económica, haciendo más ricos a los ricos y más pobres a los pobres, como ya hicieron los políticos nefastos del siglo XIX.

Lo que la Iglesia tiene como situación a solucionar de una vez es ésta:

Ser menos confiada en amigos, amiguetes, gente de confianza, aficionados y similares, aunque sean licenciados o doctores universitarios..

El patrimonio de la Iglesia es muy goloso, tiene piezas propias de incalculable valor, algunas se meten en un bolsillo sin notarse.

Además, la Iglesia debe reconocer que la fragilidad humana es grande, cuando alguien tienta a otro con dar el oro y el moro, si favorece el camino hacia tal sitio, y deja que el pedidor pueda satisfacer su ego teniendo en sus manos tal o cual joya.

La Iglesia, las diócesis deben confiar su patrimonio a sacerdotes especialistas en el asunto patrimonial. Sabiendo que, también, los sacerdotes somos de carne mortal y posibles candidatos a perder la cabeza por la belleza de una pieza de incalculable valor.

Todo esto y mucho más que guardo por ahora, son las consecuencias que yo extraigo del robo de Compostela.

Me opongo frontalmente a que exista una entrega del patrimonio eclesial al Estado. Esto sería demencial. Y conozco que la legislación eclesial actual prohíbe tal cuestión.

Ruego al Señor que pronto aparezca el Códice de Santiago de Compostela.

Tomás de la Torre Lendínez

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Blog del padre Tomás

http://tomas-de.blogspot.com/2011/07/curso-sobre-los-fundamentos-de-europa.html

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