Debe salir del escaño municipal

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La justicia es lenta, pero llega, y cuando se acerca la hora de sentarse en un banquillo dentro de una vista judicial los temblores aparecen, los tartamudeos son evidentes y el papel higiénico es bueno llevarlo en el bolso de mano más cercano. Siempre, los posibles acusados reciben un consejo: «No hablen con los medios informativos hasta que tengan la sentencia en la mano». Este mensaje se lo da el abogado defensor. Sin embargo, cuando la vida de la persona actora del delito ha pegado un gran giro y de posible delincuente ha entrado, mediante las urnas, en un consistorio municipalista, entonces, amparada en su previsible inmunidad, habla y parlotea como una cotorra afirmando que si tal o cual y lo que se le acusa lo hizo sin enterarse de nada, sin ánimo de ofender, pues procede de una familia muy religiosa…la pata la puede perfectamente meter en su propia contra. Los pecados de juventud se pagan siempre, sean del color que sea, pues en una sociedad mediática como la actual nunca se puede decir que uno no estaba allí, cuando existen fotos que lo acreditan y vídeos que lo testifican. Máxime, cuando las escaleras que han aupado a la concejalía a la persona están pidiendo la dimisión rápida del cargo, porque no se puede a los cuatro días de sentarse en un sillón de representación ciudadana estar a las puertas de un juicio incierto que puede enviar, por petición del fiscal, un año entero a la cárcel a la persona gestora del acontecimiento de ofender los sentimientos religiosos católicos profanando una capilla universitaria. Por lo tanto, la persona afectada debe salir volando de su escaño consistorial. Solamente una pregunta: ¿Qué diría esta persona afectada si el ejecutor de un delito parecido fuera de un partido opuesto ideológicamente al suyo?. Tomás de la Torre Lendínez

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