Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 29
Conozco el verano en Linares. Pasé uno entero estrenando mis armas sacerdotales contra los calores, las calles vacías y los primeros experimentos como sacerdote en una de sus parroquias. Leo en nuestro diario que la Cáritas local ha organizado un campamento urbano, cuyo brazo acogedor es la parroquia de Santa Bárbara, titular de viejos recuerdos para la ciudad poseedora de un rico y extinto patrimonio minero, motor verdadero de su pasada hacienda generadora de una burguesía, quien consiguió el título de ciudad al viejo pueblo del mismo nombre.
Mientras, los pagadores del museo ibérico levantado sobre el solar de la vieja cárcel de Jaén se lanzan en tromba contra un consistorio que mantiene congelado el papel de la propiedad del terreno, que antaño en Jaén se conocía como la huerta de Perendola, el dueño de los terrenos antes de levantar la prisión en los años de la última etapa republicana.
Los niños linarenses, cerca de ochenta, son miembros de familias necesitadas de toda la ciudad, cuyas Cáritas parroquiales han dado la información necesaria para que formen parte del campamento urbano, que ha contado con monitores procedentes de un pueblo madrileño, quienes también han colaborado económicamente, unidos a varias firmas comerciales de Linares y su Cámara de Comercio.
A los partidos políticos no les importa la infancia necesitada, sin embargo Cáritas siempre estará para atender a quienes lo demanden. Algo que ha demostrado a lo largo y ancho de esta inmensa crisis económica que atravesamos en toda España, a pesar de los cantos de sirenas y cifras globales que airean los medios informativos, pero que no llegan hasta las economías familiares luchadoras contra el paro, la pobreza crónica, y la desestructuración social.
La Iglesia Católica, atacada por el odio a la fe por algunos sectores concretos de la que escribíamos el domingo pasado, siempre estará junto a los pobres, a los más marginados y más necesitados, desde la infancia a la ancianidad. Porque Cáritas es el brazo caritativo de la Iglesia. Cuando hace unos días ha terminado la campaña de Hacienda del pago de la renta de las personas físicas, y hemos colocado la X sobre la casilla de la entidad eclesial y la de otros fines sociales, hemos puesto nuestro grano de arena para que Cáritas reciba la cuota líquida correspondiente, que se suma a la colecta que cada domingo primero de mes se realiza en todos los tempos abiertos al culto, y a los donativos de los socios voluntarios que Cáritas mantiene desde hace largos años, personas que dan lo que quieren sin que su mano derecha sepa lo que hace su izquierda.
Hoy, destacamos la acción social y cristiana del campamento urbano celebrado en Linares, e invitamos a que estas iniciativas sean fomentadas en otros pueblos de la diócesis de Jaén, donde la pobreza tiene asiento desde antes de la crisis y que ésta ha elevado varios enteros por encima de lo humanamente soportable.
Mientras, seguiremos asistiendo a las rencillas partidistas por desear aparecer en letras de molde, o en la cartela de la apertura de un edificio cultural, situación que acaba de cumplir cuarenta años. Estas palabras de grueso calibre intercambiadas desde una orilla a otra y viceversa, ya las pintó con trazos indelebles el inmortal pintor Goya, solucionadas a veces a estacazos físicos, a duelo con padrinos, o con declaraciones a los medios informativos, quienes transcriben lo que oyen: palabras que son dardos hirientes.