Ayer dejé el hilo en el milagro de cómo se escucha el rechinar de dientes de los que están situados en los dos extremos, ultra derecha y ultra izquierda, dentro de la Iglesia, por el éxito de la JMJ celebrada en Madrid. Nos les pasa el trago más allá de los dientes.
El verdadero triunfador de la JMJ no han sido las personas de la organización, sino el mismo Cristo, quien en su Iglesia, con su Vicario, Benedicto XVI ha reunido a los jóvenes del mundo en la mayor fiesta de la alegría de la fe que ha ocurrido en España.
Los sentados en la ultra derecha enredan con su tradicional forma de considerar que estos actos masivos sirven solamente para levantar sentimientos, pero nunca invitan a penetrar en la profundidad del misterio de la fe. Los situados en la ultra izquierda siguen enrocados en que las autoridades tuvieron que someterse ante un Papa, que es jefe de un estado que no es democrático.
Ambos extremos se tocan, se tocan tanto que les iguala la amargura, la depresión, la descalificación, la soledad, la anticipación de su propia desaparición. Tanto en un lado como en el otro, los componentes están hastiados de su propia miseria.
Dedican largos discursos a criticar cómo la JMJ ha salido adelante gracias a movimientos laicales, cuyos miembros se baten el cobre mejor que ellos, que como jubilados en un casino provinciano están solamente para recordar sus viejas glorias de latines archivados, o para añorar sus victorias pírrricas en la batalla de la teología de la liberación.
Cuando uno acude a sus albercas para conocer sus aguas, se encuentra con líquido salobre, calcáreo, plagado de ranas viejas y rechonchas, que croan y chapotean en la placidez de una calurosa tarde agosteña, sin más final que la muerte.
No tienen vida los dos extremos situados dentro de la Iglesia; no tienen juventud, ni alegría, ni libertad para reconocer que solamente en Cristo, sin odio a nada ni a nadie, dentro de la Iglesia y junto a Pedro y su sucesor Benedicto XVI es donde se puede aceptar la JMJ, que tendrá sus fallos, pero tiene más virtudes pastorales que cualquier otra herramienta de las que en la historia eclesial han sido. Y que seguirán en Río de Janeiro.
Los peregrinos se han llevado en sus mochilas un Crucifijo de color blanco, que cuando escribo esto lo tengo en la mano. Se lo han dado dentro de una caja, como si fuera una medicina, tiene un prospecto explicativo donde aparece que nadie tiene Amor + grande y que no necesita receta médica, ya que Él es la salvación, la salud, de todas nuestras enfermedades.
Para conocer más sobre este Crucifijo haga clic aquí.
Por lo tanto, Cristo es el gran triunfador de esta JMJ y de las que vengan detrás.
Tomás de la Torre Lendínez
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Lean, si les apetece:
La meta está puesta en la JMJ de Río de Janeiro
Blog del padre Tomás
http://tomas-de.blogspot.com/2011/08/la-meta-esta-puesta-en-la-jmj-de-rio-de.html
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