La llegada del Estudio General de Medios ha dado un palo doble a la empresa Cope. Por una parte, en general, ha subido con respecto a los resultados totales pasando a un 16 % respecto del año pasado en estas fechas veraniegas. Por otra parte, en los resultados parciales, el hundimiento es casi general; de forma especial en las mañanas y en las tardes.
Buruaga no se ha llevado a los oyentes para arriba. César Lumbreras tampoco ha levantado la tarde de Cope. Ambos son los grandes perdedores. La facturación sí ha subido, pero esto no justifica nada. Nada de lo que debería ser Cope en el mapa de la radio española.
Creo, con Joaquín L. Ortega en su artículo publicado en el semanario Vida Nueva, que es hora de plantearse si la Conferencia Episcopal debe ser propietaria de una cadena de radio donde prevalecen los deportes por encima de todo, y se olvidan los grandes retos del apostolado, del compromiso religioso y social, que no salen en las ondas actuales de Cope, y que se justifican con una pobrísima programación religiosa, y una línea editorial que apenas escucha nadie.
Estoy seguro que Fernando Giménez Barriocanal, Presidente de Cope, podrá justificar una cuenta de resultados económicos muy buenos. Pero él, como cristiano, sabe que una cadena de radio católica generalista ha perdido su sitio en el mapa radiofónico español y no da con una fórmula digna para levantar cabeza.
Yo le sugiero, desde mi modesta opinión, que no haga más pruebas con estrellas mediáticas, ni con personal del banquillo de la casa. Este curso han suspendido todos los conductores esenciales de programas claves. El señor Giménez Barriocanal debe empezar de nuevo con profesionales neta y profundamente católicos, desconocidos, mejor que mejor, que hagan radio católica valiente, comprometida, respondona ante los retos de la sociedad a la Iglesia y a los cristianos.
Si para ello tiene que hacer limpieza de corrales que la haga. Pero un curso, el venidero, como el que acaba, será la puntilla de la cadena de la Conferencia Episcopal Española, en cuyo seno deben plantearse con valentía si deben ser los propietarios de una empresa de radio dedicada al deporte con total exclusividad.
Para esto, los fundadores de Cope, por ejemplo, don Bernardo Herráez, desde la eternidad, estará pensando que nunca tuvieron en su cabeza meter el deporte como expresión de una religión tan laica, pero tan llena de pringue monetaria, que justifique la existencia de la cadena Cope. Ni mucho menos.
El toro en el redondel es duro de lidiar. Pero así veo la situación en Cope. Seguir como hasta ahora es llenarse de dinero legal, pero exento de un mensaje católico y comprometido. Y esto es vivir en una contradicción que yo no acepto, ni deseo que nadie la viva ni la trate de justificar.
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Tomás de la Torre Lendínez
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