Un amigo, tras largo tiempo en el paro laboral, alcanzó un contrato temporal en una empresa de recogida de basuras. Nunca había estado en este sector. La noche antes de comenzar su nueva misión me decía, por teléfono, que tenía miedo a los malos olores de los residuos sólidos urbanos. Cuando pasó una semana, lo encontré y estaba habituado a la pestilente basura. Su pituitaria se había acostumbrado.
Terminó el contrato laboral. Volvió a la situación de parado paseante permanente. Un día lo veo hurgando en los contenedores de una calle del barrio. Me informa que ha optado por buscar elementos vendibles en las traperías y llevar algún dinero a la casa. ¡Total, antes manipulaba la basura, ahora la vendo¡ acabó su conversación.
Conozco que en Telecinco están muy preocupados porque la telebasura se les está acabando. Los anunciantes de La Noria han dejado la publicidad del programa en cueros vivos. Los directivos, que no son tontos, han vivido con la basura y entre la basura. Ahora tendrán que reciclar su trabajo en este canal de televisión.
Se están planteando, en reuniones de alto nivel dentro de la empresa, buscar nuevos formatos de programas y contenidos evitando que la publicidad les abandone yéndose a la competencia.
La situación del dueño, el italiano Berlusconi, en la cuerda floja política de su país, no está para preocuparse por estas consecuencias que son muy secundarias para él. En Telecinco el equipo directivo está muy preocupado por el horizonte empresarial.
No soy nadie para aconsejar a una gran empresa. Moralmente, desde la Doctrina Social de la Iglesia, sí puedo sugerir a esta estación televisiva dos cosas:
1.- Si van a ser valientes en darle una vuelta a toda la programación de Telecinco, buscando un producto más familiar, menos espectacular y más formativo para todos los espectadores, es la hora de hacerlo, como lo ha conseguido Antena 3.
2.- Si van a ser valientes en darle una vuelta a toda la programación de Telecinco, deben pedir perdón a sus espectadores a los cuales han engañado, han manipulado y llenado de basura todas las mesas y los sofás de muchas casas españolas.
Con estos elementos de la Doctrina Social de la Iglesia, en la mano, pueden encontrar un camino televisivo positivo. La publicidad volverá cuando vea un cambio real de contenidos que no sean solamente palabras, sino hechos reales y constatables.
No hay mal que por bien no venga. El bloguero (David) ha doblado al poder televisivo (Goliat). Todavía creo en las conversiones, aunque sea de un canal privado de televisión.
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Tomás de la Torre Lendínez