Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 31 Aquellos años en los que Jaén era una capital provinciana, con dos parques, con plazoletas y campillejos, con pocos coches circulando, sin autobuses urbanos, los zagales jugamos a la pelota de goma, o de trapo fabricada por manos infantiles. Existía una ordenanza municipal que prohibía semejante juego para evitar darle un balonazo a los viandantes o al cristal del escaparate del pequeño comercio. Cuando aparecían los guardias municipales, el chiquillo más cercano a la pelota la cogía y huía sin mirar atrás, pues la pena impartida por la autoridad uniformada era rajar la pelota como una sandía. Los demás nos poníamos a silbar o jugar al escondite. En la plena fecha del día del Libro se presenta una obrilla infantil titulada: Papá se ha perdido, escrita por José María Plaza, editada por Edebé, donde se descarga miedo y odio al colectivo policial, más propio de un veterano anarquista, que de un plumífero de libros infantiles. En el interior del librejo de marras sale un párrafo como éste: “Con los policías nunca se sabe, son muy bestias, pegan patadas a las puertas, dan puñetazos, insultan, gritan mucho,…” Con semejante lindeza y otras similares, los cuerpos policiales están que se suben por las paredes, lo están demostrando en la redes sociales las grandes escupideras hodiernas donde se puede defender el ofendido sin acudir al juzgado de guardia más inmediato, ni llamar a la policía más cercana, que es como la describe el autor del panfletario papelucho dedicado a niños. Con esa visión sobre el mundo de la policía no extraña nada el libertinaje, que los chicos de Linares han puesto de manifiesto al subir a la Red el vídeo grabado sin consentimiento de los afectados pillados mientras practicaban sexo en una vivienda abandonada. Porque cuando no existe el respeto a la autoridad policial, cuando no se acata ninguna legislación moral ni social, cuando todos los medios valen para conseguir un fin degradante de terceras personas se está cometiendo un delito tan evidente como cuando los ladrones son encontrados con las manos en la masa bancaria. El mal uso de la libertad, que es el libertinaje, nos conduce a la ley de la selva donde estamos llegando con librejos como el citado antes, donde la policía es considerada inútil y enemiga en una sociedad civilizada. La Doctrina Social de la Iglesia es muy clara en este asunto: Nunca el fin justifica los medios. Nunca debe sembrarse odio a una autoridad ni civil ni policial, porque de lo contrario el chico barcelonés de la ballesta y el puñal ejecutor de un maestro, tendrá imitadores rápidamente repartidos por toda España. Los maestros deben ser considerados, igualmente, autoridades morales y pedagógicas para evitar la rebelión y la muerte en las aulas, algo deleznable. Tomás de la Torre Lendínez
Con la Policía
| 26 abril, 2015
Ese panfleto es basura,don Tomás. Ese señor,por decirle algo,oculta la labor de la Guardia Civil, Policía Nacional y Local de cualquier lugar.
Un imbécil con ventanas a la calle,pater.
Un abrazo.