Cada uno juegue a lo que quiera

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Recogido de Ecclesia Digital «La Conferencia episcopal de Colombia organiza la “Copa de la Fe”: torneo de fútbol para sacerdotes Con el objetivo de crear un clima de distensión que ayude a los sacerdotes que practican deporte a reforzar su vida fraterna, a competir con respeto y de forma correcta, y a hacer que se reúnan los sacerdotes de las diferentes jurisdicciones eclesiásticas del país, la Conferencia Episcopal de Colombia ha promovido, come viene haciendo desde hace dos años, la organización de la “Copa de la Fe”. Según la información recibida en la Agencia Fides, el torneo se disputará en la capital, Bogotá, del 5 al 9 de octubre. Se cuenta con 16 equipos, peor si resultasen ser más, se ha previsto una eliminación a nivel de jurisdicción eclesiástica. Los equipos deben estar formados exclusivamente por sacerdotes de la iglesia católica colombiana, excepto el director técnico que puede ser laico, y deben tener permiso de su obispo. Además de todos los aspectos organizativos y a las normas del juego, las reglas prevén que cada partida inicie con una oración en en campo, dirigida por los dos capitanes, en la que se pedirá la paz para Colombia, y con el intercambio de un abrazo de paz. (SL) (Agencia Fides 6/6/2015).» Si la Conferencia Episcopal Española tuviera la misma iniciativa que su hermana colombiana, tendría que proponer la Copa de la Fe de ajedrez, damas, dominó o mus, porque la edad media del clero español raya los setenta años. Nunca se alcanzaría los 16 equipos, porque el clero español, además de su edad alta, tiene un arraigo a su terruño, sobre todo en algunas regiones periféricas, que aspiran a la independencia cuanto antes, saltándose la legalidad, que esos curas tan «nacionalistas» no les gustaría competir con otros de fuera de sus fronteras autonómicas. El problema del nacionalismo nos llevaría a tener que rezar en los idiomas propios de esas regiones antes de las competiciones, los cuales no están al alcance de cualquier cura rural o urbanita de la actualidad. ¿Podríamos rezar en latín?. Es una buena solución, pues siempre ha sido la lengua universal de la Iglesia, pero como ahora mismo ya no se usa ni siquiera en Roma, donde solamente se escucha un italiano tipo spaguetti, tampoco se encontraría que antes de comenzar una partida de ajedrez, damas, dominó o mus, rezaría cada uno en la lengua materna, con lo que habría que contratar traductores simultáneos, algo que subiría el presupuesto del campeonato. Por eso, en conclusión, es mejor que a los obispos españoles no se les ocurra una idea similar a la de sus hermanos colombianos. Más positivo es quedarnos como estamos: que cada cual juegue a lo que desee. Tomás de la Torre Lendínez

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