Asignatura dura episcopal: nombramientos de los sacerdotes

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Durante estos días leo los nombramientos que en varias diócesis españolas hacen los obispos residenciales. Cada año son menos, por razones de jubilación y pocas ordenaciones presbiterales. La media de los años del clero va subiendo lentamente.

Algunos nombramientos son interesantes. Los más jóvenes están llegando a puestos de relevancia en las curias diocesanas. Son personas entre 35 y 45 años. A los seminarios les pasa otro tanto: se prefiere la juventud a la madurez. Se observa que a los niños y jóvenes de hoy los entienden mejor los más cercanos en edad. Rectores en la cuarentena de sus vidas y padres espirituales en las mismas coordenadas.

En la Iglesia española se da muy poco la especialización. Se presupone que el cargo habilita la “gracia de estado y oficio” para desempeñar el lugar donde colocan a los recién nombrados para tales misiones.

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Aquí llegamos a un tremendo error: nunca cualquier persona es válida para todo y para todos los cargos. Es el problema de muchos obispos cuando leen la lista de los curas que disponen. Buscan a los disponibles; descartan a los enfermos y asemejados; hablan con los posibles; reciben razones difíciles de entender; y para mantener al clero en paz, echan mano de los más……disponibles, creyendo que la función creará el órgano, como decía un obispo tildado por él mismo como un excelente gestor de una empresa, pero nunca de una diócesis.

Llegamos de esta forma al centro del problema: el cura no da la talla, como decían los sacerdotes mayores, cuando las parroquias se conseguían mediante oposiciones a curatos, usando el término canónico. Este método se usó hasta la llegada de la Guerra Civil. Acabada la contienda aún existían los llamados “curas propios”, o dueños de sus destinos hasta la muerte. Ningún obispo podía removerlos de aquellas parroquias de término, utilizando el mismo lenguaje canónico de la época.

Ahora, el presente y futuro de los nombramientos diocesanos son un calvario para la misión pastoral de los obispos locales, algunos de los cuales se ponen malos a final de curso echando los dados sobre la mesa personal y del equipo de vicarios episcopales que le ayudan al gobierno diocesano.

Conozco casos en los que los ostentadores del cargo fueron nombrados para cuatro años, que ya pasaron; fueron renovados por otros cuatro, que se han cumplido, y ahora están caducados en la espera de que el dedo episcopal decida el futuro.

La consecuencia de toda esta situación es muy clara: cada vez será más difícil realizar cambios en cualquier diócesis española. Los sacerdotes mayores, pasados los 75 años, fecha legal para la jubilación, siguen en sus cargos. Los medianos llevan varios pueblos y parroquias. Los jóvenes no dan abasto al pluriempleo que les cae encima.

Solamente un renacer vocacional sacerdotal solucionaría la situación. En esta misión, los laicos, de forma especial las familias cristianas, y los sacerdotes, somos los responsables de orar y testimoniar para que nazcan nuevas vocaciones a seguir a Cristo para ser colaboradores suyos en el pastoreo de las ovejas de su rebaño.

Tomás de la Torre Lendínez

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Lean, si les apetece:

El Papa habla de la tragedia de Somalia

Blog del padre Tomás

http://tomas-de.blogspot.com/2011/07/el-papa-habla-de-la-tragedia-de-somalia.html

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