Aquellas Yemas de Santa Úrsula

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Portada exterior del extinto convento de Santa Ursula
Portada exterior del extinto convento de Santa Ursula

El año entrante se cumple el décimo aniversario del cierre del convento de Santa Úrsula, de Jaén, habitado durante más de cinco siglos por la orden monástica de las agustinas.

Se cerró el convento a causa de un motivo claro: no había vocaciones y las dos monjas restantes fueron sumadas a otro monasterio de la misma regla.

Traigo a colación este recuerdo porque en las inmediaciones del tiempo navideño las monjas se afanaban confeccionando sus famosas Yemas de Santa Úrsula, un postre dulce para las sobremesas de las fechas del natalicio del Señor Jesús.

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El secreto de la condimentación de las Yemas se ha perdido en la memoria de Jaén y las últimas monjas se han llevado a la tumba los ingredientes y el punto que sabían darle las finas manos monjiles.

Menos mal que la capilla monástica se ha recuperado mediante una adherencia a la vecina parroquia de Santa María Magdalena. Es el único vestigio que ha quedado para los fieles cristianos, donde ahora se venera a la abogada de lo imposible: Santa Rita de Casia.

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