Regalo prenavideño, obsequio previo a la lotería, galardón laberíntico, ha sido el resultado final de las elecciones generales. Según parece todos han ganado y nadie ha perdido. El resultado ha sido un verdadero carajal, previsto en las encuestas. ¿Es el dictamen de las urnas un pasaporte para la estabilidad política? ¿Es la hora de una nueva manera de hacer política en los próximos cuatro años? ¿Tiene la Iglesia Católica que adaptarse a este laberinto para no perderse en él?. ¿Tendremos los católicos que vivir escenas de posible persecución social y aislamiento? ¿Tenemos los obispos valientes para el momento que ha comenzado en España? ¿Cabe el desánimo y la desesperanza en los cristianos con vecindad en España hoy?. ¿Está el laicado español católico apto para el nuevo paisaje? … Conclusión Necesitamos, ahora, aumentar la esperanza, encender la fe, monitorizar la caridad, para obtener una madurez humana y psicológica con raíces en el nuevo cuadro político y social español. Con la oración teresiana podemos acabar: «Nada te turbe, nada te espante, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene nada le falta, porque sólo Dios basta» Tomás de la Torre Lendínez
Ante el laberinto electoral

| 21 diciembre, 2015