A Victoria Prego

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Nos condujeron en un autobús desde la calle Arturo Soria hasta la redacción del Diario El Mundo. Nos recibió el director, Pedro J. Ramírez y Victoria Prego, nos pasearon por la redacción, pudimos preguntar y observar el funcionamiento de un diario que por entonces destapaba la caja de los truenos de la corrupción felipista cada mañana. Un año antes de la entrada al poder del partido popular. Los visitantes teníamos el servicio diocesano en los medios de comunicación locales. En mitad de las jornadas de aquel febrero frío madrileño recibimos un calurosa y documentada lección de periodismo directo de boca de Victoria, cuya voz nos era familiar en la serie sobre la Transición que había emitido TVE. Ella nos relató el nacimiento de un periódico, nos informó sobre las funciones de los diversos reporteros de calle, los encargados de las áreas, los adjuntos, los becarios, los teclistas, los correctores, los primeros informáticos, y a toda esa fauna viviente en el interior de una redacción en plena faena a las 6 de la tarde preparando que el número del diario del día siguiente llegara puntual a los quioscos, a las mesas de los despachos y a la temblorosa troupe de felipistas que iban saliendo un día sí y otro también llenos de corrupción y muerte hasta la coronilla. Intercambié con ella una pregunta: ¿El periodismo debe ser sumiso al poder constituido? Su respuesta fue: -Nunca, con ningún poder. Ni siquiera con el poder constituido dentro de la Iglesia, donde ustedes están. Saqué la única conclusión: Ser veraz, libre y crítico. Así continúo. Ahora, Victoria Prego deja el puente de mando de la sección de Opinión. Le deseo que descanse, su salud se lo agradecerá, y la historia ya le hará la justicia que se merece. Tomás de la Torre Lendínez

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