Esta tarde ha recibido cristiana sepultura un amigo, en el mejor sentido de la palabra, don Manuel López Pérez, maestro nacional jubilado, padre cristiano de tres hijas, esposo ejemplar de Amparo, maestra nacional cómo él, pues en la escuela se conocieron y en ella llegaron al retiro laboral. Don Manuel ha sido un verdadero maestro, fuera de su escuela, de la investigación histórica local de Jaén, sus personajes, sus batallas, sus cofradías, sus instituciones educativas o de recreo, sus campos y sus costumbres, sus mártires en la década de los años treinta del siglo pasado, de las personas populares o de alto copete…ha dejado un arsenal en libros, artículos en revistas o en la prensa local, sobre todo en la edición de Jaén del Diario Ideal. Don Manuel ha sido un verdadero padre y maestro de sus hijas quienes, le han imitado y mejorado en sus estudios universitarios y en sus posteriores publicaciones e investigaciones históricas. Don Manuel era un amigo mío. Hemos compartido ratos muy buenos, y hemos estado juntos en los peores. Siempre con su sonrisa natural y campechana. Sin enemigos buscados adrede. La provincia de Jaén ha perdido a un hombre hecho a sí mismo, que tenía el don de enseñar hasta a los amigos, como es mi caso. Cuando hoy me despedía para siempre de su cuerpo yerto he recordado sus palabras: «Estoy enfermo, pero no tengo miedo, sé que me espera el Padre que me dio la vida». Descansa en paz, don Manuel. Tomás de la Torre Lendínez
A don Manuel López Pérez, amigo de los buenos
| 31 enero, 2016