375 años de la parroquia más antigua de Estados Unidos

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Según cuenta la misma Compañía de Jesús, fue en 1634 cuando llegó el primer jesuita, Andrew White, a las colonias inglesas en el Nuevo Mundo. En la isla de San Clemente, en el río Potomac, en el actual estado de Maryland, erigió una gran cruz y celebró la primera misa católica en las colonias.
El padre White vivió entre las tribus locales, aprendió su lengua e incluso bautizó a su jefe. Subiendo el río Potomac, en Chapel Point, estableció en 1641 lo que hoy se conoce como la Iglesia de San Ignacio, la parroquia católica más antigua en servicio y con culto ininterrumpido de todo Estados Unidos.

Este año se conmemoran 375 años de aquel acontecimiento. Así el 9 de octubre se celebró una misa solemne con la presencia del cardenal Donald Wuerl, arzobispo de Washington. El padre White, el “apóstol de Maryland”, como es conocido, tradujo el avemaría a la lengua local. Esa avemaría se oyó al inicio de la misa de labios del más anciano de los indios de la tribu piscataway, en un recuerdo entrañable de aquel primer misionero. Como señaló el cardenal en su homilía: “Estamos aquí hoy como parte de una continuidad viva de la fe en el Nuevo Mundo”.
Al final de la misa se leyó una carta del Papa Francisco: “que este aniversario inspire un compromiso renovado con el espíritu misionero que animó al padre White, SJ, a poner los fundamentos de la Iglesia en los Estados Unidos”.
El actual párroco, el jesuita Thomas Clifford, un historiador experto en San Ignacio de Loyola a quien está dedicada la iglesia, explicaba que la razón por la que siempre había habido párrocos jesuitas en la parroquia tenía mucha relevancia. Durante mucho tiempo fue la sede central de la misión jesuita de Maryland y, después, se convirtió en el centro del Condado Charles, por lo que siempre había tenido una proyección mucho más grande que la de una simple parroquia.

En 1773, a pesar de la supresión de la Compañía de Jesús, algunos jesuitas siguieron viviendo en Chapel Point, con el apoyo del obispo de Baltimore de aquella época, por lo que la casa a orillas del Potomac es la residencia jesuita en uso continuado más antigua del mundo. Durante la Guerra Civil, en 1866, un incendio casi destruye por completo la Iglesia y la casa de los jesuitas. Restaurada, siguió siendo uno de los centros más importantes de envío de misioneros, sobre todo a esa zona de Maryland, donde la mayoría de las Iglesias fueron fundadas por sacerdotes de Chapel Point.