¿Por qué la Iglesia no dice que dejemos de votar al PP?

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revoluciones (2)Quienes crean que Monseñor Reig Plá dijo literalmente en su acertadísima carta que no hay que votar al PP, no han leído bien. Este obispo, de sobrada valentía, a pesar de sus gruesas palabras contra el gobierno de Mariano Rajoy no ha querido decir con exactitud que sea obligación no votar al PP. Relean con lupa. Tampoco lo han hecho otros obispos. ¿Esto por qué? No se trata de cobardía, ni de pactos, ni de contubernios a la sombra. Tampoco es una mal entendida libertad de conciencia y voto, como si moralmente fuese legítimo apoyar lo malo. Tampoco es por un afán de no meterse en política, como si no fuese obligación hablar sobre la vida pública que de lleno afecta a nuestra moral. No. Es simplemente que hay muchos motivos que legitiman el votar a un gobierno que no sea bueno. Aquello del mal menor, que hoy tanto se defenestra, pero que no ha dejado de ser una opción absolutamente legítima. Imaginémonos hace unos 36 años en Irán. Contra un gobierno de corte occidental como el del Sha de Persia, acusado de tráfico de influencias y corrupción, se iba a levantar una revolución islámica liderada por el Ayatolá Jomeini. No resultaría desventurado pensar que mucha gente honrada estarían en su obligación de apoyar al Sha como única forma de evitar una pandemia islamista radical. Y no resultaría desventurado pensar que la Iglesia cometería una imprudencia si hiciesen un llamamiento a dejar solo al Sha. Quienes creyesen que por dar la espalda a la monarquía iraní harían un gran favor a la honradez institucional, o que al fin esta gente aprendería la lección, cometieron un error que pagarían durante décadas. Lo mismo ocurrió en Cuba, tras la caída del gobierno corrupto de Batista y la entronización de Fidel Castro, y lo mismo ocurrió en Venezuela, con la defenestración de Caldera y el inicio de Gorilato Chavista. ¿Conclusión? Es muy legítimo no votar al PP. Es muy legítimo votar a otro partido. Es muy legítimo votar en blanco. Es muy legítimo no votar. Pero, por mucho que no nos guste, es igualmente legítimo votar al PP si, a pesar de creer que es un partido no merecedor de nuestro apoyo, es la opción menos mala con posibilidades de gobernar en España. Y esa es la razón por la que los obispos no tildan de pecado el voto al Partido Popular.

Comentarios
0 comentarios en “¿Por qué la Iglesia no dice que dejemos de votar al PP?
  1. Votar al PP es votar aborto, homosexualismo, divorcio y explotación de los trabajadores en la misma medida que votar al PSOE. Que todavía haya católicos que pretendan que el PP sea «manos malo» es para hacérselo mirar.

    Y el porqué la Jerarquía no advierte de ello se debe a que tenemos un clero juramentado con el régimen actual, por muchas vidas inocentes que esté costando, muchas familias rotas y mucha gente que cada día tiene menos para mantenerse a sí mismo y sus hijos.

  2. La cuestión no es votar a tal o cual partido o por el contrario, no votarlo.
    La verdadera cuestión para el católico es que el Régimen de Partidos Políticos (o partitocracia) es esencialmente Liberal. Y el Liberalismo, señores, ha sido condenado por la Iglesia.
    No es pecado votar a tal o cual partido, sino que el Liberalismo es el pecado. Porque es esencialmernte anticristiano.

    A pesar de ello los obispos no están por enfrentar abierta y frontalmente al Liberalismo, porque visto el poder que detenta este sistema, la Iglesia corre riesgo de perder toda visibilidad. Y aconsejar no votar al PP es patear el tablerto del sistema, porque el PP es el partido del sistema destinado a «contener» a los católicos.

    Ésa es la razón por la cual los obispos españoles hacen lo que hacen.

  3. Legítimo? Sí, es legítimo votarles, pero considero que quién vota a un partido o a una opción se responsabiliza de lo que sus elegidos realicen en su nombre, sobre todo si eso figura en el programa electoral o es lo que vienen haciendo directamente cada vez que alcanzan a gobernar o indirectamente con su apoyo parlamentario, por lo que votar al PP será todo lo legítimo que se quiera, pero también le hace corresponsable de los millones de muertes inocentes que se han producido en España; y eso es así y así se les reclamará.
    No quisiera tener eso en mi conciencia el día del juicio.

  4. ¡Pues vaya rollo! Es evidente que los obispetes no dicen que dejen de votar al PP por una sencilla razón. ¡Porque ellos son del PP y quieren que ustedes voten a su partido! Está más claro que el agua, no sé a qué vienen tantos rollos

  5. A la pregunta en forma de titular, se debería contestar: La Jerarquía Eclesiástica Española ha estado y está con el Partido Popular.

    Me parece francamente penoso y vergonzoso y por lo tanto inútil, el no terminar esa pastoral advirtiendo y aconsejando debidamente a los fieles católicos. Por supuesto que no dice que no hay que votar al PP, esto lo habrán entendido hasta los más tontos.

    La pastoral de Mons.Reig Plà era inecesaria ya que puestos, había mucho más que decir respecto al partido que nos gobierna y todos sus males. Le faltaba lo más importante y se lo calló, como el resto de obispos de España.

    Un partido abortista al 100%; un partido que con su votos contribuyó a aprobar la ley de la blasfemia; un partido que defiende la misma ley que aprobó Rodriguez Zapatero respecto a los homosexuales; un partido que autoriza procesiones sacrílegas y exposiciones blasfemas; un partido que permite que a los niños se les enseñe el sexo y así elegir lo que más les guste, es un partido que un católico NO puede votar NUNCA JAMÁS.

    No es un partido que se pueda votar como mal menor porque es un partido MALO PER SE. Recordar al blogger que el mal menor siempre es MAL, se mire como se mire, pero no es el caso. El PP, repito es MAL (y nunca menor).

    Hubiera sido acertada dadas las circunstancias, una pastoral de Reig Plá apuntando al Sínodo y a lo que está en juego en nuestra Santa Madre Iglesia. Esta sí hubiera sido una pastoral valiente, defendiendo, advirtiendo y denunciando lo que se nos viene encima que es de extrema gravedad.

  6. Aquí hace falta reflexión teológica sobre la moralidad de votar a unos u otros. Esa reflexión exige en primer lugar un análisis lúcido sobre cómo funcionan realmente los gobiernos de hoy. Dicho análisis debería prescindir por completo del concepto escolástico de «ley», que nada significa para los gobernantes de ahora y tener delante el concepto moderno (puramente formalista, sin tener en cuenta para nada la «ley natural», cuya existencia pocos aceptan hoy día, y ese es un segundo aspecto a tener en cuenta). Mientras no lo tengamos, en esta cuestión estamos condenados a dar vueltas como los tiovivos sin llegar a ninguna parte.

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