Quien lee los comentarios que originan los post de este blog, observará que muchos reprochan y descalifican al que reprocha. Un contrasentido. Es la sartén llamando negro al carbón. Cuando se reprocha al que reprocha porque el reproche es malo, el absurdo ya clama al cielo. Pero es que este último caso es el que nos ocupa y del que voy a hablar. A los que reprueban el reproche, sin más matices, habría que preguntarles si se escandalizarían de que clamásemos en contra de los sacerdotes pederastas, de que señalásemos con el dedo a los corruptos o de que dedicásemos gruesos epítetos a los que trafican con personas. Sin duda, nos aplaudirían. Y bien estaría. Hay que colegir por tanto que el problema no está en el QUÉ, es decir, en el reproche. No. El problema está en el CONTRA QUÉ (contra qué dirigimos nuestra amonestación) La discordia entre un sector y otro se debe a la disonancia entre nuestra escala de valores. Es decir: si uno se alegra por nuestros severísimos juicios contra el trato de blancas, pero tuerce el gesto ante nuestros severísimos juicios contra el aborto, por mucho que diga que cree que esta práctica es igualmente mala, deja claro que para él están en planos de gravedad distinta. Otra causa de la discordia entre un sector y otro se debe a la valentía o a la falta de ella. Hablar mal de la trata de blancas reporta muchos aplausos, siempre es fácil, pero denunciar el crimen contra el no nacido significará que el establishment media progresista te salte al cuello. Los cobardes tiemblan, por tanto, ante la idea de sacar pecho en defensa de la vida. ¿Será entonces sólo un problema del CÓMO REPROCHAMOS? Pues si uno legitima el reproche contra el aborto pero exigiendo más caridad, más suavidad y más sonrisa; y sin embargo no se preocupa por la caridad, suavidad y sonrisa que negamos a los corruptos, pederastas o proxenetas, está claro que el problema tampoco es el CÓMO. El problema sigue siendo contra qué dirigimos nuestras durísimas críticas. Esta realidad es muy dura de afrontar, así que unos cuantos católicos se posicionan en contra del reproche, la negatividad y la severidad, en general, sin matizaciones, cuando lo que están es sólo en contra de ciertos reproches. Lo honesto sería que discutiésemos sobre si un asunto cualquiera merece crítica o no, pero quitándose la máscara y reconociendo que es una cuestión de escala de valores o de valentía. Ya no cuela la llamada sin más a no reiterar nuestra posición sobre ciertos asuntos o la renuncia per sé a todo mensaje negativo.
¿Por qué atacan tanto el reproche?

| 28 diciembre, 2014