Pensamiento sobre Cortés

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perdonen que no sea cortes Cortés se va de Religión Digital. Las razones no se saben, pero ante sus continuas blasfemias muchos no nos hemos quedado callados. Nuestras palabras no sólo han sido de reprobación, sino de una beligerancia evidente hacia este dibujante e incluso hacia quienes colaboraban con él. Si nos hubiésemos conformado con un simple «sí a la ortodoxia» en vez de un «fuera la blasfemia», aquí no hubiese pasado nada. Muchos hemos gritado en contra de Cortés, de los obispos que aparecían debajo de sus dibujos apóstatas y de las entidades colaboradoras con Religión Digital, poniendo en un aprieto a todos ellos, e incluso a compañeros nuestros que mientras hablaban de ortodoxia y hacían una equivocada apología de la misericordia, quedaban en evidencia al también colaborar con el portal de Cortés. ¿Qué conclusión hay de sacar de todo esto? Pues que las razones de la marcha de Cortés no se saben, pero que lo que es seguro es que después de nuestra campaña en contra de sus blasfemias, a Religión Digital y a muchos obispos cada vez les era más incómodo que el público asociase a este personaje con los que presumían de ser hijos de la Iglesia. ¿Otra conclusión? Que la crítica a lo malo sirve. Y cuanto más fuerte mejor. Que la misericordia para con quien se la merezca, y la reprobación para quien se la busque, del mismo modo que Jesús compaginaba misericordia y reproche. A la gente que se lleve las manos a la cabeza por nuestras palabras fuertes, quizás debiera pensar que sin ellas las palabras fuertes irían dirigidas contra el Señor, la Virgen, Su Iglesia y la Verdad. Que no nos engañen los tibios, que tan duros son para con los buenos, pero tan sonrientes para con los blasfemos. Sigamos luchando, que ya que la Verdad no guía los corazones de ciertos personajes, al menos que nuestro severo juicio ponga coto al moho que estarían dispuestos a extender.

Comentarios
0 comentarios en “Pensamiento sobre Cortés
  1. El Cainita Cortés tendrá a su disposición algunos medios anticatólico para publicar sus blasfemias. Y no nos extrañemos que luego nadie lo contrate y le pase lo que al juguete roto.

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