Últimamente se está extendiendo en el lenguaje informal la identificación de estos productos con las drogas. Esto puede traer dos consecuencias: la reprobación de estos productos por su identificación con las drogas, pero también la mitigación de la crítica a las drogas por su identificación con los primeros. Varias consideraciones: 1) ES CIERTO QUE TODAS LAS SUSTANCIAS QUE SEAN PSICOACTIVAS, TALES COMO EL TABACO EL TÉ O EL CHOCOLATE, SON TÉCNICAMENTE DROGAS. 2) A pesar de esto creo que hay una ligera diferencia entre tomar una chocolatina y fumar marihuana; entre beber un jerez y esnifar cocaína; entre fumar un cigarrillo e ingerir LSD, o entre que te receten tranquilizantes y te inyectes heroína. 3) Por la naturaleza, fines buscados, y consecuencias de su consumo, el común de los mortales siempre ha distinguido entre las drogas y entre productos como el café. Dejemos la farmacología a los farmacéuticos. 4) El no hacerlo no sólo rebajará la importancia de las drogas, sino que tergiversará fuertemente la visión de las mismas. Por ejemplo, si al ser humano dejamos de llamarlo como tal para aludir a su naturaleza de animal o a la realidad de que es un conjunto de células, por muy cierto que todo esto sea, nos perturbará la visión correcta de su ser. ¿Y acaso el alcohol, el tabaco y algunas medicaciones no son también altamente nocivas? 1) Podemos valorar negativamente ambas pero diferenciando su esencia, lo que nos facilitará hacer un juicio justo. Un humano es un ser animal y también lo es un insecto; pues a pesar de que esté mal matar por placer a un insecto, y a pesar de que esté mal el asesinato, nada tiene que ver lo uno con lo otro. No se debe decir que tienen una misma naturaleza aquellas acciones que no la tienen. 2) Lo peor de las drogas (lo que siempre hemos entendido como tales) es que son estupefacientes que sólo se consumen para nuestra enajenación mental, con todas las consecuencias que eso conlleva a corto plazo y, gravísimas, a largo plazo. Así veremos que: A) Los medicamentos pueden ser nocivos, pero entendemos que su uso es para nuestro bien, no para el vicio. Otra cosa es un empleo que sea derivado de su propósito primigenio, pero habría que analizar cada caso, cada causa, cada fin y cada consecuencia. Salvo contadas excepciones no se pueden comparar. B) El tabaco es nocivo, debemos ser críticos con él, pero no busca la enajenación mental. No nos rebaja en la dignidad como sí lo hacen las drogas, y las consecuencias sobre nuestra salud al menos no atañen directamente a nuestra psique. No es lo mismo el hombre que fuma tabaco, dueño de sí, que el que fuma marihuana, completamente narcotizado. No es lo mismo el que contrae un cáncer terminal, que el que muere con el plus deshonroso para sí mismo de la perturbación, la demencia y la invalidez para tomar las grandes y pequeñas decisiones propias del día a día. C) El alcohol puede enajenarnos como las drogas, pero su consumo no tiene por qué buscar necesariamente ese fin, cosa que sí ocurre con las drogas. El mismo Jesús tomaba vino. Más justo sería comparar el alcoholismo con las drogas, y a pesar de eso hay una gran cantidad de aspectos que nos distinguen lo uno de lo otro.
Ni el tabaco, ni el alcohol ni las medicinas son DROGAS
| 09 mayo, 2014
Muy acertado, desde hace tiempo se viene haciendo este tipo de comparaciones que personalmente, pensaba que podían inducir a que sobre todo los jóvenes hicieran de esta comparación la normalidad. Muchas gracias por su artículo.