Una falacia típica en el Sínodo y en la calle es la de confundir el amor cristiano con el amor específicamente conyugal. Con sexo o sin sexo, éste último tiene unas dimensiones distintas y líneas rojas que no se han de traspasar. No puedo evitar acordarme de aquel video simplón de YouTube que se viralizó, y en el que se mostraban a esqueletos besándose (personas a través de rayos X) para demostrar que no importa la genitalidad puesto que todos somos a fin de cuentas personas. No voy a dar por respuesta un tratado de antropología. Tan solo sencillas evidencias que desmontan aquello de «si es solo amor, no es malo». – ¿Acaso si usted ve a su esposa besándose con otro no le importaría? Parece que aquí usted verá lógico ponerle límites al «amor». – ¿Acaso si usted ve a su esposa conviviendo como pareja con otro, aunque sin sexo, no le importaría? Aún sin sexo, parece que el argumento de que «todos se pueden amar» parece falaz. – ¿Acaso si los esqueletos que se besan son padre e hija no hay ningún problema? Aquí también parece que el hecho de que dos personas se amen no legitima todo. – ¿Acaso si el enamoramiento y la convivencia es con 3 señoritas al mismo tiempo no habría problema? Parece que aquí tampoco es cuestión de simple amor que no hay que censurar. – ¿Y si un sacerdote se enamora de un niño de 12 años? Pues aquí tampoco vale la falacia de que al ser solo amor, no hay limites. El amor conyugal sí tiene límites. No es simple amor cristiano.
Lo llaman amor cuando quieren decir sexo
| 04 junio, 2015