La gente está dejando de justificar al Papa

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Dos fenómenos están ocurriendo con respecto al Papa en los últimos años: por un lado la beligerancia contra su persona se está desatando, y por otro, sus amigos dejan de justificar sus frases.

Es cierto que antes había insultos hacia Su Santidad, pero esto contrastaba con una abrumadura avalancha de entusiastas que se partían la cara por él. Esto ya ha pasado a mejor vida. Muchos le defienden, pero parece que en muchos medios conservadores (o no) y de sesgo religioso (o tampoco), prevalece esta antipatía en los comentaristas, y a veces en artículos, sin que haya barreras que frenen esto.

El segundo fenómeno es el de la tendencia a menos de hacer exégesis abracadabrantes para explicar las palabras del Papa. No estamos hablando del fin de su defensa, sino de una mayor renuncia a hacer un sesudo análisis de cada palabra para que veamos que lo negro es blanco. ¿Y por qué han renunciado, cuando incluso siguen habiendo palabras ambiguas que admiten moldura? Pues porque si justifico veinte malentendidos, al siguiente es razonable que dude. Una esposa confiará que el olor de su marido a perfume de mujer pueda deberse a reuniones de trabajo, que las llamadas a deshora tengan una explicación, que el cambio de hábitos también, que su preocupación por arreglarse sea casual, y hasta que tener apuntado en el móvil a una mujer pero con el nombre de «Antonio» se deba a una confusión, pero Santo Dios, que no le hagan justificar una enésima coincidencia.

Algunos ya no se creen sus propias palabras, otros optan simplemente por no entrar al trapo y enmarcan cualquier sorpresa bajo la exégesis de la Tradición, y los hay que han cambiado su posición sobre este Papa. Por respeto no voy a señalar quiénes, pero basta recordar y tirar de hemeroteca.

El Papa Francisco está tomando un camino que tendrá consecuencias. Él no lo cree así, pero las está teniendo. Aquello de la mayoría silenciosa, pero que también son personas.

Deseamos al Papa Francisco lo mejor que se puede desear a un Papa: oración, santidad, un pontificado fructífero, y plena comunión con Dios, con la Tradición y con el pueblo fiel a Cristo y sus sacramentos.

Santo Padre: prudencia, prudencia, prudencia.

Comentarios
11 comentarios en “La gente está dejando de justificar al Papa
  1. CLAUDIO
    No te enteras de nada, con la que esta cayendo. Ten cuidado porque cualquier dia te van a mear en la oreja y vas a decir que llueve caliente.
    Eres temerario cuando hablas de falta de preparación Teológica y de impericia. Te estas retratando. ¿Qué parte del capítulo 8 de los fornicios de Leticia no entiendes, junto con la explicación de los obispos argentinos y la ratificación del Trolas porteño? ¿Sabes leer, o es que no te los has leído y escribes aquí para pasar el tiempo?
    Y por cierto dile a tu conocedor del Vaticano que se dedique a otra cosa porque se entera todavía menos que tu.

  2. Totalmente de acuerdo. Las múltiples filigranas que se han hecho para justificar los desatinos de este Papa, perjudican al que las hace y al propio Bergoglio. El Evangelio es clarísimo y no se puede manipular y tergiversar la palabra de Dios por muy sucesor de San Pedro que se sea. Justificar eso es añadir más suciedad a la Iglesia, que es justo lo contrario de lo que se debe hacer.

  3. Pedir prudencia es muy poco cuando ya se ha hecho tanto daño a la Iglesia. Tiene que anular todos sus documentos ambiguos, cuando no erróneos, empezando por la desastrosa Amoris, infumable desde la Fe y la Moral católicas. Yo le pido que se vaya con los protestantes, que es su hábitat natural.

  4. Lamentablemente por impericia, imprudencia, falta de preparación teológica dogmática y sacramental, socialcatolicismo, se ha desatado una confrontación (guerra escrita) que ya estaba pero a la que le faltaba el detonante y los que manipulan el papado vieron su oportunidad y la aprovecharon. Pero el Papa se detuvo en el límite o lo detuvo una mano más fuerte que la de él y no cruzó el Tiber, no dijo que «los divorciados vueltos a casar pueden comulgar», siete palabras que no dijo. Ese detente descolocó a los modernistas y los obligó a sacarse la careta y poner su propia cara y si se advierte con detenimiento no tienen cara de triunfo, tienen más bien cara de «yo no fui», «por qué me miran a mí», «yo qué hice». También sirvió para que todos los que sabemos con claridad frente a una encrucijada qué camino tomar dejemos nuestra tranquilidad de lago y nos pongamos nuevamente a estudiar a Cristo y qué bien ha hecho a la Iglesia ese «despertar» teológico sacramental. Cuando todo empezó pregunté a un conocedor del vaticano qué pasaría, me lo dijo, no te preocupes que en la Iglesia hay todavía muchos sabios que no compran cantos de sirena y por otra parte hay una valla insaltable para todos -sin excepción- que es la indisolubilidad del sacramento del matrimonio y que nadie va a triunfar contra Cristo. Una última reflexión algunos parientes en Europa que sobrevivieron la guerra avisaron que cuando la guerra termina no viene la paz sino primero la venganza, veremos….Recemos para que no suceda.

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