Escribió Zapata, el del Podemos madrileño, que «han tenido que cerrar el cementerio de las niñas de Alcásser para que no vaya Irene Villa a por repuestos». Irene Villa ha decidido perdonarle. Yo no lo habría hecho sin que previamente ocurriesen ciertas cosas. Y es que el perdón exige ánimo de enmienda y un mínimo de penitencia. Cuando ofenden a Irene Villa no la ofenden solo a ella. Ofenden a todas las víctimas y a todos los españoles de bien. Ella, personalmente, podría estar dispuesta a perdonar por nada, podría no aceptar las disculpas, o tirando de casuística podria hasta ser una enajenada que ni se enterarse de la cuestión; pero eso ni quita ni pone responsabilidad a los tuits de Zapata, del mismo modo que el perdón de Juan Pablo II a Ali Agca no evitó cárcel para el terrorista. En las disculpas políticas hay mucho de cinismo. Esta gente se puede ciscar en quien sea, pero hasta que no vean en peligro su puesto no se les ilumina el magín de reconocer el error. Qué casualidad: fue estar en juego su carrera política y recibir la suficiente gracia como para caerse del caballo. San Pablo, pero al revés. Dudo mucho de la sinceridad de su arrepentimiento. También dudo que ciertas barbaridades de cargos públicos deban ser olvidadas con una disculpa de protocolo. No creo que a un ministro que robe le baste con agachar la cabeza para evitar la carcel y seguir en su cargo. El desprecio a las víctimas de ETA es muy común en cierta izquierda radical. No solo por mezquindad sino como táctica instintiva que evite dramatizar y solidarizarse con las víctimas, o sea, con quienes recuerdan al vulgo que los maridajes y contubernios con los batasunos hieden demasiado mal. Si tan arrepentido está Zapata que dimita, que pida públicamente que Podemos no haga alianza con los que descorchaban champagne con los asesinatos de ETA, y ya luego, si quiere, que hable con Irene Villa y le diga lo que crea oportuno. Pero eso ya es punto aparte. Creo que Irene Villa, sin juzgarla, ha comentido un grave error. No se da cuenta de que estas lágrimas de cocodrilo no curan la ofensa que Zapata en realidad hace a todas las víctimas y a todos los españoles. A veces lo bueno no es el perdón de cara a la galería, sino el no dejarse tomar el pelo si con eso se evita que le hagan la cama a los inocentes. Pronto sabrá Irene el camino político que va a brindar Zapata y compañía a los que atentaron contra ella precisamente para llegar a donde pronto se va a llegar. ¿Acudir a tantas manifestaciones para esto? En fin.
Irene Villa y Zapata. Mal, mal, mal…
| 03 julio, 2015
Zapata demostró, con su palabras, ser un auténtico imbécil e Irene Villa, con las suyas, ha demostrado que no está dispuesta a que cualquier idiota que pase por la esquina le amargue la vida… ¡Olé, por esta gran señora! No seré yo quien le ponga ni un pero a sus palabras de perdón…
A algunos les cuesta entender que Cristo murio perdonando a sus asesinos
El colmo de los COLMOS es ahora criticar a la pobre Irene Villa. Si ha perdonado al que la dejó sin piernas, ¿qué no va ya a perdonar? Me alegro de que también estos comentarios estúpidos tampoco, a estas alturas, le afecten ya
Lo único que exige el perdón es voluntad de perdonar y de querer mirar hacia adelante en vez de rumiar hacia atrás.
El bloguero tiene derecho a decir que en el caso de Irene Villa él no hubiese perdonado, pero ella ya ha manifestado que ni se ha sentido ofendida ni, por tanto, tiene que perdonar.
De hecho a raíz de esas declaraciones Irene está siendo atacada cruelmente en las redes sociales por personas indignadas con su perdón. Entiendo que al bloguero también le parecerán indignantes estos otros insultos.