¿Pero por qué hablar de estos temas? Bueno: ahora que apuestan tanto por que la iglesia predique acerca de una economía humana, parece justo destacar qué tipo de economías no lo son. Quizás las que den prosperidad lo sean y las que traigan ruina, no. Solo quizás. Aquellos que prometen el oro y el moro, malo. Aquellos que hablan del mercado como si fuese un ogro lejano, sin darse cuenta de que el mercado está hecho al fin y al cabo por los ciudadanos, malo. Aquellos que creen que la gente puede ser rica a golpe de decreto ley, malo. Aquellos que se creen que las empresas son malas, y aquellos que no se dan cuenta de que generan empleo, horroroso. Aquellos que se creen que la diferencia de riqueza no es consecuencia de cómo cada cual intercambia bienes y servicios, sino que se imaginan que el dinero nace de un árbol común del que unos cogen tres manzanas y otros una, malo. Aquellos que se creen que subir los impuestos a las empresas recauda en vez de traerles la ruina (a éstas y por tanto también a los ciudadanos) horroroso. Aquellos que desconocen que una empresa y su capital es cosa distinta del empresario y de su liquidez, malo. Aquellos que todavía no saben que subir los impuestos a los ricos, que son pocos, es siempre subir el impuesto a las clases medias, que son legión, malo malo malísimo. Aquellos que hablan así suelen chocarse de mala manera con la realidad, bien yéndose a freír espárragos, bien rectificando en la realidad pero persistiendo con una mentira ideológica que en verdad no siguen. Qué me gusta abogar por una economía humana. La noticia a la que me refiero, aquí.
¿Grecia prepara un corralito?
| 08 mayo, 2015