Habrán oído muchas homilías sobre el Evangelio de hoy, donde se narra la misericordia de Jesús con la adúltera, pero quizás no hayan escuchado ciertas reflexiones que nacen de este pasaje: 1) Los escribas y fariseos LE LLEVAN una mujer (a Jesús) sorprendida en adulterio (Jn 8,3): Jesús no se encuentra con esta escena por casualidad. Esto lo hacen para tentarle, para ver si salvaba a la adultera contraviniendo la ley, como se explica en Jn 8,6. Aquí se ve la tremenda autoridad que tenía Jesús, al que odian pero le llevan a los acusados poniéndole por juez y maestro. 2) Habla de UNA MUJER. NO NOMBRA A MARÍA MAGDALENA. 3) ES ADULTERA, NO PROSTITUTA. 4) Podría ser de cualquier edad. Tenemos la imagen visual de una bella mujer, pero lo cierto es que la adultera no tenía por qué ser ni bella ni joven. 5) Cuando escribió con el dedo en la tierra seguramente escribió GRAVES maldades de los demás (Jn 6-8): Esto se suele decir. Lo que no se suele decir es que quizás estas acusaciones eran muy graves. Los fariseos no eran religiosos probos a los que, con el recordatorio de cosas como que una vez hablaron mal a su madre, se fuesen a ir con el rabo entre las piernas. Sí tiene más sentido que las acusaciones fuesen tan graves que con ellas el prestigio de estos judíos cayese por el suelo, o que incluso según la ley tuviesen que ser castigados. 6) Es probable que esas maldades fuesen vox populi, y que por ello también las conociese Jesús. Típica hipocresía con la que una casta vive apoltronada en su cochambrera moral, tapándose las vergüenzas los unos a los otros, mientras son capaces de condenar cruelmente a los demás por cosas similares o menos graves. 7) Cuando dice «aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra», no sólo dice una frase para salvar a la adultera sino que CRISTO SE ESTABLECE A SÍ MISMO COMO ÚNICO JUEZ. Es decir: ellos no podían ser jueces porque tenían pecados, pero Cristo que no tiene pecado, sí podía ser juez. 8) Antes de decir «yo no te condeno», Jesús dice a la adultera: «Mujer, ¿dónde están? ¿nadie te ha condenado?: Inteligentísima manera de evidenciar que Él, al fin y al cabo, no ha contravenido la ley de apedrearla más que los demás, que bien pronto se fueron cuando les convenía. No quiere discutir la ley sino ser dueño de la misma. 9) JESÚS NO LA CONDENA PERO SÍ LA JUZGA: Al final Jesús dice «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.» No la condena, pero al decirle «no peques más» reconoce su pecado y le exige que deje de hacerlo. 10) AL PERDÓN LE PRECEDÍA EL ARREPENTIMIENTO Y LE SEGUÍA EL PROPÓSITO DE ENMIENDA. Como en la confesión. Es lógico que tras la humillación ella estuviese arrepentida del adulterio. Cuando Jesús le dice «vete y no peques más» le exige propósito de enmienda, que implica a su vez arrepentimiento. 11) EN TODO ESTE PASAJE SE ESTABLECE LA AUTORIDAD DE JESÚS. NO ES AFRENTA A LA LEY. Él continuamente se establece como juez, no supeditado a la ley sino dueño de la ley. Esto no lo hacía por anarquía, por desprecio de la ley, o por rebajarla supeditándola a otras consideraciones humanas. Lo hacía porque era Dios, no un religioso cualquiera, y por tanto era dueño de la ley. Quienes ven las actuaciones de Jesús como afrentas a la ley es porque entienden a Jesús como un hombre más, no como Dios. Así se comprende mejor su posición sobre el sábado, del que Él es dueño, o sobre la Antigua Alianza, que ahora queda revocada porque con Él, que es Dios, empieza una nueva.
Yo, el Hijo del hombre, soy quien decide lo que puede hacerse, y lo que no puede hacerse, en el día de descanso (Lucas 6,5)
12) JESÚS SÍ HABLA DE JUZGAR Y DE CONDENAR EN MUCHOS OTROS PASAJES. Por ejemplo en Mateo 5, 22.
«Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.»
13) ESTO QUIERE DECIR QUE LA MISERICORDIA O LA SEVERIDAD SE SUPEDITA AL BIEN. Es decir, si alguien entiende misericordia como actitud indulgente, veremos entonces que la misericordia no es un valor absoluto sino que se supedita al bien, así como ocurre con la severidad. Si tu hijo toma cocaína sería insensato no reprenderle. Si un terrorista hace una matanza sería miserable no enviarle a la cárcel. Pero también hay momentos en los que la misericordia, o la actitud indulgente, es necesaria, como ocurre en este pasaje. Todo está supeditado al bien. 14) LA JUSTICIA ES BUENA. LA VENGANZA ES MALA. Los judíos no juzgaban a la adultera por justicia sino por odio, por su mala sangre, como trampa hacia Jesús. La justicia y la denuncia pública, como manera de favorecer el bien, es buena. Por eso existen los tribunales y por eso son necesarias acusaciones como la que hizo Juan el Bautista a Herodes por casarse con una divorciada. Cuando el juicio está conducido por el afán de guardar la verdad, es noble; cuando está conducido por el odio, no se oye a la otra parte, se recurre a la exageración, se cae en la mentira, y no importa la verdad sino el linchamiento. El ejemplo lo tenemos en los fariseos, quienes quizás muchos eran tan adúlteros como la mujer del evangelio, pero no dudaban a la hora de apedrearla.
Por lo que veo, se está mezclando la Misericordia Divina con la «misericordia» humana, entendida como indulgencia. Al hablar el artículo sobre la reacción de Cristo ante la mujer adúltera, creí lógico que se hablara de la Justicia y la Misericordia de Dios, las cuales son inseparables, tal como concluye Santo Tomás en la Summa (I, q.21)
Cuando digo que este artículo separa Misericordia de Bien me refiero a la afirmación de que la primera se supedita al segundo, como si fueran cosas diferentes.
La Misericordia no se puede separar del Bien, como hace este artículo. De hecho, pretenderlo es contra natura: contra la naturaleza de Dios.
Lo que ocurre hoy es que se confunde qué es Misericordia. Se entiende que ésta siempre ha de ser indulgente por encima de justa, cuando sin Justicia no hay Misericordia.