La impresión que ha dado la misa de ayer en Tve2, celebrada por el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, se resume en una palabra muy de moda en las altas esferas vaticanas: autorreferencial.
Este concepto es comúnmente entendido como la disposición a tomar la Fe solo desde la perspectiva católica, cosa que no es criticable sino una obligación dogmática. Sin embargo, me permito tomar el término y darle otra acepción: una Iglesia autorreferencial es aquella en la que la institución en sí misma, aun persiguiendo fines loables, existe por y para ella misma y no por y para Dios. Esta filosofía de Iglesia, de ONG cualquiera, vive para justificarse y hacerse publicidad, y quizás también para ayudar a la gente pero siempre con el canje de la foto, haciendo una caridad a precio de panfleto y publirreportaje más que de amor y Fe.
Por supuesto este juicio, como subjetivo que es, puede estar errado, pero las conciencias, como inteligentes que son, podrán saber si se da o no en el clavo. Al menos la impresión exterior era esa, a lo que ayudaba la estética, con una parroquia con revestimientos de paredes en ladrillo, como si fuese un patio de colegio, tan típica de los años 70; con los inmigrantes bien enfocados, y si llevan trajes tradicionales mejor; con una iluminación nada sobria; y con la impresión personal que siempre me han dado las casullas y/o estolas verde casi trébol, que parece que se hayan venido usando para que los sacerdotes parezcan llanos a fuerza de sucumbir a lo barato y a lo simple.
Pero no estoy hablando de una tendencia que ya lleva muchos años, sino de la misa de ayer. Y todo, con el fondo y con la forma, mostraba un cuadro… autorreferencial. Orgullo autorreferencial. Asamblea de inicio de curso de colegio, o teatro de colegio en el que hasta al niño menos dotado le daban el papel de árbol, todos contentos por la foto, pareciendo que la escenificación era el centro más que Dios, en la que no se veía a la Fe como motor de la caridad, pues parece que ésta no es tal cuando se anuncia con trompetas.
Luego vino un reportaje de Cáritas, con muchas actividades y teatros, y algún cartel de lucha contra la homofobia, lesbiofobia y la transfobia.
Sinceramente, no sé cuántas vocaciones saldrán de ahí, pero en esta deriva, tan de modernos jesuitas, les recuerdo que sigan precisamente la divisa de la Compañía de Jesús:
Ad maiorem Dei gloriam.
Caritas ha perdido su esencia y se ha convertido en una ONG más. Ya lo intentó parar Benedicto XVI sin conseguirlo. La misa, como tantas otras, un verdadero espectáculo apartado de lo sacro; hoy es muy recurrente. Lo peor es que preside nada menos que un Cardenal. Y las rúbricas (no sólo en la celebración, sino en ambientación), fuera de espectáculo humanístico, están para lo que están: para favorecer el contacto con el Señor que se inmola nuevamente, de forma incruenta, en cada Misa celebrada. Si al pueblo, que se une al Sacrificio, sólo es espectáculo y no se le ayuda, también en lo externo, a unirse dignamente a ese Misterio pues no le queda nada o muy poco.
«Javier E» , creo que desbarras en tus apreciaciones porque lo externo cuenta mucho y exageras para ridiculizar; lo siento por tí si es que no captas el verdadero sentido de lo Sacro en la Misa, aunque no te culpo por ello, porque significaría que las estrategias para su devaluación van dando cada vez más resultado. Lo peor es que lo Sacro, sin referencia a lo Sagrado, a Cristo Señor, queda finalmente sin fruto porque no lo bendice Dios; a las purebas me remito del deplorable estado de la Iglesia, sin vocaciones, sin asistencia dominical a Misa, sin matrimonios católicos, etc. etc.
También su particular némesis, el odiadísimo Burke de sus pesadillas insomnes, es cardenal, y usted… Ay usted.
Me sorprende que Caritas imprima carteles sobre las fobias gama del género epiceno, cuando de todo eso se encarga la Cifuentes y en alguna Comunidades Autónomas ya ponen en los autobuses carteles en los que hay niños con vulva y niñas con pene.
Una sociedad así sólo puede esperar un castigo del cielo.
Y lo de Caritas es malversación, pues lo suyo es emplear el dinero en los necesitados.
Entiendo que usted prefiere las casillas de oropel, la capa magna y el cura oficiando «de culum».
Y que además la cámara se centre en el sacerdote que «es lo importante» y no en el pueblo que»es prescindible».
Lo del ladrillo lo entiendo menos pero quizás unas ricas pinturas de alguna caro artista elevarán más su espíritu ¿no?
Por algo Angel Osorno es obispo y usted ni lo es ni lo será. Precisamente por pensar asi
Fue patética.
Si lo único que hace la iglesia es repartir el dinero de Cáritas, que a parte de las donaciones de los fieles se nutre de la casilla de la declaración de la renta para fines sociales, ese mismo servicio lo puede hacer el Estado que ya lo hace vía ayuntamientos y Diputaciones y con las RGI. Luego os extraña que no haya vocaciones, para repartir dinero entre los pobres ya están los asistentes sociales, no hace falta sacerdotes con 5 años de formación en seminarios. También es verdad que si todo el dinero estuviera más centralizado se repartiría mejor y no habría escape de aguas por varios sitios y más control.