Lo primero que tiene que hacer un católico con su voto es buscar la defensa de la vida y de los ideales católicos, así como del mismo catolicismo. Pero nos guste o no, ante esto caben básicamente dos opciones en las que se incluye la del mal menor, que nunca ha sido subrogado y que significa apoyar algo malo como táctica para evitar algo mucho peor. Las dos opciones serían por tanto: 1) Votar al partido que más defienda la vida y los ideales católicos. 2) Votar a un partido que, aunque no esté a la altura de las circunstancias, tenga suficiente representación parlamentaria como para impedir que gobiernen otros mucho peores. A esto se suman dos circunstancias propias del sistema electoral español que hay que tener en cuenta: 1) Ni en España ni en las Comunidades Autónomas hay un sistema de representación proporcional pura. Por decirlo de otra forma, y sin que las cifras sean reales, si 100.000 personas votasen a un partido, éste tendría 20 diputados; pero si de esas 100.000 personas, 50.000 votasen a un partido y 50.000 votasen a otro, el resultado sería de 7 y 7 diputados, y no de 10 y 10. Es decir, esos 100.000 votando a un sólo partido alcanzarían 20 diputados, y votando a dos, sumarían tan sólo 14. 2) Por otra parte, es cierto que un partido pequeño, al ser llave para gobernar, puede obligar a torcer la voluntad política del grande. También parece probable que Podemos sea un fenómeno que se desinfle pasado lo peor de la crisis si no alcanza poder en autonómicas ni generales. Frenarlo ahora sería decisivo para la España de los próximos 25 años. Como dijo Pablo Iglesias, «éste es su momento.» Lo que sí parece más claro es que todos tenemos que votar. La abstención no tiene representación parlamentaria, y si los buenos no van a las urnas, el resultado será un hemiciclo bien rojo. Lo de que con nuestra abstención los políticos aprenderán, lo dudo mucho. Ellos, como Alfonso XIII: si la cosa va mal, ancho es el mundo y movibles sus dineros. Somos los ciudadanos los únicos que pagaríamos. Como siempre.
Consideraciones a la hora de votar un católico
| 20 marzo, 2015
Vamos a ver, todo eso del mal menor es muy bonito y tal y tal… Pero al final se ha demostrado reiteradamente que lo del mal menor no es más que retrasar el mal unos meses o unos años a lo sumo (creo que cualquiera con dos dedos de frente y no mediatizado se dará cuenta de a dónde hemos ido con el PP en temas de educación, defensa de la vida, de la familia, etc.) así que hay que recordar que los que votamos (y los que se abstienen) somos RESPONSABLES de lo que hacen los que hemos votado y no del resultado de las elecciones. Por favor, votemos a quienes dicen defender (y lo hacen) lo que nosotros defendemos, cualquier otra cosa es engañarnos y, creo, también seremos juzgados por nuestra actitud en las elecciones.
Un cordial saludo.