Compadecerse de los pobres es algo que ha de ser fundamental para los cristianos del siglo I y del XXI. El problema es lo que uno entiende por tal cosa. Es decir, yo entiendo que es ayudar con mi dinero, tiempo, amistad y Fe al necesitado. Otros miran al mendigo de soslayo y piden socialismo a boca llena. Identificar la ayuda al pobre con políticas socialistas no es un favor al pobre sino al socialismo. La ayuda o no que puedan hacer al pobre ideologías de ese tipo es muy discutible. Creo que incluso los socialistas no me podrán negar que es legítimo que haya quienes piensen que su política es una mala opción para ayudar al prójimo. Por tanto si cuando se habla de pobres se habla de políticas, ahí será difícil obligarnos a comulgar con ideologías variopintas o acciones concretas, que merecen siempre un análisis serio y que no tienen por qué ser ni infalibles ni buenas. Si cuando se habla de pobres se llama a nuestra conciencia particular, ahí sí podemos acercarnos al prójimo y a Dios. El socialismo, que yo sepa, aún no es un Don del Espíritu Santo.
Compasión del pobre… y socialismo??
| 07 junio, 2015
Los políticos profesionales y los que no son políticos pero coquetéan con la profesión para recibir aplausos, adulaciones y salir en la portada de «Vanity fair» y nos cuentan de su «sensibilidad» para con los pobres, no están más que poniendo en práctica las técnicas de marketing más rudimentarias, a saber: despertar el sentimentalismo del… votante. Con una dicotomía muy primitiva, o apoyas nuestra causa (sea sincera o no) o ¡qué mala persona eres! (nadie quiere ser mala persona; nadie tiene de sí mismo esa imagen)
En el caso concreto del socialismo, la cosa, para el que quiere se desmonta muy fácilmente: chapotéen un poco por los medios de comunicación y sabrán del patrimonio de los Bono (políticos o cantantes), por los González, por las Fernández de las Vegas, por los Griñan etc., etc. No digamos ya hablando de Venezuela, de Cuba o de Corea del Norte. O, yendo un poco más a la raíz del socialismo háganse con las cartas que se enviaban Engels y Marx y tendrán de primera mano lo que pensaban estos «socialistas» de los pobres.