Isis entró en el museo de Mosul para destrozar estatuas milenarias, lo que ha causado enorme consternación en todo el mundo. Curioso que esta conciencia y respeto hacia la cultura en piedra no se tenga hacia la cultura de valores que ha sustentado la civilización actual: la cultura cristiana. No hay tanta diferencia entre los «talibanes» que destrozan la cultura muerta y los ateos radicales, o atealibanes, que destrozan una cultura viva, de más de dos mil años, revelándose incluso contra una ley natural, existente desde siempre, y que crea al hombre como hombre y a la mujer como mujer. En aras de unas teorías peregrinas son capaces de legitimar el asesinato de los hijos no nacidos, arramblar con la institución del matrimonio, cargarse el índice de natalidad necesario para la supervivencia de una cultura, y hacer desaparecer a la familia, célula verdadera de toda sociedad sin la cual es imposible su mantenimiento. No dejan de golpear con el martillo. La diferencia es que nosotros no somos simples estatuas.
Los que en occidente invitan a quemar iglesias deben estar contentísmos.