Corría el año 37 de la era romana, cuando Cayo Julio César Augusto Germánico, Calígula, fue proclamado tercer emperador de Roma, tras la muerte de su tío abuelo Tiberio.
Tiberio había nombrado a Calígula, y a su primo Tiberio Gemelo herederos conjuntos del imperio, pero tras su muerte sería Calígula proclamado emperador por las dudas que había de la paternidad del joven Tiberio Gemelo.
Comenzó una administración marcada por la creciente prosperidad y una gestión impecable pero, tras sufrir una grave enfermedad, la administración derivó en una crisis económica y en una hambruna en el imperio, que le obligó a emprender un conjunto de reformas públicas y urbanísticas que acabaron por vaciar las arcas imperiales. Acuciado por las deudas, puso en marcha una serie de medidas desesperadas para restablecer las finanzas imperiales, entre las que destacó la subida de impuestos a la plebe.
Hace pocas semana se publicaba la noticia que este blog ya dio en primicia en el artículo: “Madrid tendrá Arzobispo Coadjutor como Granada y Almería”.
La Archidiócesis de Madrid era un caramelo para cualquier Arzobispo que hubiese tomado, con fe, posesión de ella; pero es más que evidente que Osoro no es goloso y no ha sabido quitar el envoltorio a este bombón, que para cualquiera con dos dedos de frente, es nuestra Archidiócesis.
Toda diócesis, Madrid en mayor medida por ser la mayor de las diócesis, tiene una parte pastoral y una parte de gestión.
Pastoralmente. Cuando el Papa Francisco, único responsable de los nombramientos episcopales, encomienda el gobierno pastoral de nuestra querida Archidiócesis de Madrid a Osoro, éste sabía que tenía que suceder a uno de los Arzobispos más grandes que hasta la fecha hemos tenido, al Sr. Cardenal, Mons. Rouco Varela.
Y pasamos de un tratamiento respetuoso y educado, propio para un cardenal de la Iglesia Católica; a un tratamiento respetuoso y educado pero impropio para quien ha aceptado tal dignidad.
Llegaba don Carlos, el peregrino, el hombre del Papa Francisco en España; y llegaba como Calígula, con un objetivo: acabar con la vida pastoral que su homólogo Mons. Rouco Varela había construido fiel a la sucesión apostólica recibida de Mons. Suquía. Y comenzó a suprimir todo lo que la tradición había ido consolidando en la archidiócesis de Madrid a lo largo de su corta historia.
Osoro, ha pretendido quitar el puesto a nuestro primer obispo, su vanidad le ha llevado a creerse que antes que él en Madrid no ha habido otro obispo ni otra tradición. Él es el principio, el alfa, todo ha sido iniciado por él y para él… pues cuidado peregrino sin meta, que nuestro primer obispo fue asesinado por un sacerdote; y también en Roma hay quien da puñaladas, y entre jesuitas anda la cosa. Mucho ojito que cuando menos lo espera uno lo jubilan y le pillan con el pie cambiado.
Nuestra Archidiócesis pastoralmente está en plena forma por el magnífico clero que la conforma en su gran mayoría, aunque también tenemos mediocres infructuosos que incluso forman parte del equipo de gobierno. Pero en su inmensa mayoría, disfruta de un magnífico clero. A pesar de que Osoro no haya sabido, ni descubrirlo, ni valorarlo; quizá, por formar parte él mismo de los infructuosos.
Gestión. Con todos los poderes de gobierno, siendo el dueño del imperio, nuestro Osorigula no ha sabido gestionar los bienes civiles y canónicos que tiene nuestra Archidiócesis.
Parece ser que Osoro muestra como una de sus grandes obras, la reforma del edificio de la Curia Diocesana. “Esto era una pena” o “el arquitecto de esta reforma fui yo” son dos de sus grandes frases cuando muestra, cómo hombre de pueblo que es, las reformadas oficinas curiales de nuestra Archidiócesis. Lo que lleva ocho años callando es cuánto nos ha costado, capilla incluida, con pinturas y esculturas; las ideas peregrinas del arquitecto del Papa en Madrid, Osorigula, salen caras. Sólo la capilla ha llegado a los 300.000 euros.
Otra de sus grandes obras arquitectónicas ha sido el edifico dedicado finalmente al propedéutico, otra reformita que nos ha salido por otro ojo de la cara, y ya vamos ciegos, para que encima se infrautilice dicho edificio.
Sobrado de ideas arquitectónicas regaló a San Egidio un edificio y a Mensajeros de la Paz una Iglesia; porque para eso es el dueño del imperio. Ambas cesiones muy vinculadas a la Archidiócesis; una de un movimiento de origen italiano, con personalidad jurídica propia y bienes propios y la otra a una institución de carácter civil cuyo fundador es un sacerdote angelical, no olvidemos que el demonio era un ángel, incardinado en Oviedo. Como ven, todo con grandes criterios diocesanos.
El hundimiento de las fundaciones civiles ha sido su obra estrella, no ha dejado ni una a salvo, todas de una u otra manera, las ha hundido. Todas sin excepción, han estado en los titulares de prensa; nombró un equipo de confianza para su gestión, del cual terminó desconfiando él mismo para pasar a ser asesorado por un clérigo falsificador de títulos, también muy diocesano pero de la de Cartagena-Murcia. Y por cierto su obispo mudito.
Ahora toca meter mano, a las fundaciones canónicas, cofradías y hermandades. A todas hay que pedirlas el impuesto revolucionario, porque han sido muchos los gastos, y en tiempo récord, hay que recuperarlo antes de que llegue el ansiado predecesor.
Esta semana pasada nos hemos enterado que han sido comisariadas, no por conductas inmorales de algunos hermanos, canciller incluido, las Hermandades y Cofradías de Jesús del Gran Poder y Nuestra Madre Santísima de la Esperanza Macarena; y la de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús Nazareno “El Pobre” y María Santísima del Dulce Nombre en su Soledad. Suponemos que para Osoro no son un problema las actitudes inmorales de los hermanos, el problema esta “en las numerosas y diversas denuncias de presuntas irregularidades en el gobierno y gestión de la hermandad y que tal situación ha dividido a los hermanos”.
En el Pobre ha habido “irregularidades”, ósea que robar ahora es una irregularidad, no un delito, ¿por qué no denuncia en el juzgado nuestro Arzobispo?. En “la Macarena” tenemos hermanos que se presentan a presidente con conductas inmorales. Aun así, ha habido elecciones, con dos candidaturas la inmoral y la imperfecta por aquello del pecado original; gana la imperfecta; pero se comisaria, porque había anteriormente “presuntas irregularidades en el gobierno y gestión de la Hermandad”. Pero las conductas inmorales, de las que Osoro tiene pleno conocimiento, de no pocos de los miembros, sí se consienten y no son impedimento para poder presentar candidatura a presidir la Hermandad y Cofradía. Vamos que de lo que se tiene que ocupar un pastor, a Osoro se la trae al pairo; prefiere poner el acento en “supuestas denuncias de irregularidades en el gobierno y gestión”, sin ni siquiera tener certezas.
Certezas es lo que hay de sobra en las irregularidades y mala gestión que él hace de la Archidiócesis de Madrid, Fundaciones Civiles y Canónicas, y ahora Hermandades y Cofradías; Roma, lenta como siempre, va preparando el candidato a Arzobispo Coadjutor pero no “comisaria” nuestra Archidiócesis a pesar de las irregularidades en el gobierno y la gestión de nuestro Arzobispo.
Lo mismo la Hermandad y Cofradía “del Pobre”, que sí habría que denunciar a miembros por conductas inmorales de índole económico y sexual; porque ahí además está implicado algún canónigo que peca de las dos cosas; pero en lugar de confiar en quien ha ganado las últimas elecciones, un conocido ex-comisario que advirtió personalmente a Osoro de lo que le venía encima en el caso Fundaciones; pues desconfían de dicho funcionario público que fue bueno para ponerles en aviso, pero es malo por haber ganado unas legítimas elecciones con la intención de poner orden y denunciar a quien haga falta, pero Osoro prefiere comisariar a la hermandad del comisario. Y la comisaria cesando al comisario que él mismo Osoro había nombrado hacía sólo tres meses, en septiembre. Menudo chapuzas.
Osoro, como Calígula se ha empeñado en hundir y arruinar nuestra Archidiócesis. Pero la realidad es terca, al peregrino, al hombre del Papa en España, le van a nombrar un Arzobispo Coadjutor que vamos a ver si es el de León o el que diga el de Barcelona