No voy a negar, porque es evidente, que hay razones, y no escasas, que justifican el disgusto y hasta la protesta pero el sedevacantismo no es ninguna solución.
Con el sedevacantismo no hay Iglesia. Y si las de Belorado o Viganó eligiesen un Papa, menos. Eso sería un esperpento a quien no seguiría nadie. Bueno, siempre habria unas docenas de pirados que se apuntarían.
Si Viganó ha llegado a pedir a Williamson la reordenación episcopal, por pensar que no ha sido obispo nunca o dudar fundadísimamente de su condición episcopal es que está como una cabra eclesialmente. Si no era obispo hasta que el disidente de la Fraternidad lefebvristas le consagró, cosa que me resisto a creer que sea cierta, la urgencia de un psiquiatra se impone. ¡Y con 83 años!
Viganó cumplía un papel importante denuciando, y era un arzobispo católico, graves posiciones de Francisco. Con razón o sin ella pero ahí estaban. Y no pocos compartían varias o bastantes de sus razones. Yo mismo, unas cuantas de ellas.
Pero pasar a más me parece impresentable.
