VICTORIA, PATRIOTA Y VERAZ, KARINA, CIPAYA Y MENDAZ
Un nuevo conflicto nace en la Argentina entre la vicepresidente, patriota y veraz y la curadora del presidente cipaya y mendaz. La primera criticó al colonialismo francés; la segunda corrió a la embajada gala para pedir perdón. Acerca del problema, la primera tiene razón en el fondo del asunto, la segunda se equivoca. Trataremos de aclarar las cosas.
Nosotros tuvimos la suerte de la colonización española y del mestizaje que tan buenos resultados ha tenido. En nuestra independencia hubo ruptura política, pero no cultural ni religiosa.
Para decirlo con el poeta Carlos Obligado en “Patria”, Canto II:
“Clame la Patria, frente al mundo acerbo:
-En fe cristiana y verbo castellano,
Tengo dos veces heredado el Verbo;
Y no será por ventura en vano
Que así atesore certitud divina
E incomparable patrimonio humano …
Mas, fue de Roma cenital proeza,
Dar vida a la Nación predestinada
Que al continente grácil encabeza.
¡Oh excelsa Engendradora así engendrada!
¡Mi España ascensional mística y fuerte:
¡Señora de la Cruz y de la Espada!”
Y algo clave que nunca debemos olvidar: las Indias nunca fueron colonias, sino reinos, señoríos, repúblicas en el sentido etimológico de la palabra. Y los criollos como Hernandarias “el hijo de la tierra”, pronto gobernaron.
En cambio, las colonizaciones francesa e inglesa, fueron muy distintas y casi siempre, el material humano en el orden civil, era el descarte de la metrópoli.
Para acreditar lo que decimos aportaremos dos testimonios: un santo, Charles de Foucauld, por Francia y un distinguido político, diputado en los comunes Edmund Burke, por Inglaterra.
Charles de Foucauld, fue un gran santo y un gran patriota. Fue soldado de Francia, enamorado del desierto y explorador de sus arenas, disfrazado de judío.
Piensa en la importancia del ejemplo de la vida cristiana para que los no cristianos conozcan el Evangelio, pero comprueba con dolor que “a veces los cristianos que se han establecido entre ellos les dan más bien ejemplos malos que buenos” (Escritos espirituales, Ágape, Buenos Aires, 2017, p. 202); en otro lugar, agrega respecto a los colonos franceses: “la mayor parte de los civiles solo buscan aumentar las necesidades de los indígenas, para sacar de ellos más provecho. Solo buscan su interés personal… lo que los indígenas ven en nosotros cristianos, que profesamos una religión de amor, lo que ven en los franceses incrédulos que gritan fraternidad sobre todos los tejados, es negligencia o ambición o codicia, y en casi todos, por desgracia, indiferencia, aversión o dureza” (Jean Six, Carlos de Foucauld, itinerario espiritual, Herder, Barcelona, 2016, p. 276).
Él, contra todo esto buscó acercarse a los hombres del desierto y entre otras cosas, porque quería a los tuareg y no era un charlatán que proclamara sus derechos humanos, escribió un diccionario tuareg-francés, poesías tuaregs, ensayo de gramática tuareg, plegarias en árabe, recolección de reclamos de los indígenas y notas sobre la esclavitud y actas de rescate de esclavos, porque en el colonialismo francés la esclavitud era moneda corriente.
Vamos ahora al colonialismo de la pérfida Albión descripto por Burke, porque Inglaterra instauró en la India una enorme y tiránica factoría donde violaba en forma cotidiana la ley natural moral que exige un buen gobierno, porque bajo su régimen, todo había sido subvertido y compara: “la invasión tártara fue mala; pero es nuestra protección la que está destruyendo a la India. Aquélla era enemistad. Esta es nuestra amistad” y agrega: “Inglaterra no ha erigido iglesias, ni hospitales, ni palacios ni escuelas; Inglaterra no ha construido puentes, ni ha hecho carreteras, ni abierto canales… Cualquier otro conquistador hubiera dejado tras sí algún monumento estatal o de beneficencia. Si se nos expulsara hoy de la India, no quedaría nada que recordase que ese país había sido poseído durante el período nada glorioso de nuestra dominación por alguien mejor que el tigre o el orangután”.
El gobierno de la India estaba a cargo de jóvenes inexpertos sin arraigo en el lugar, sin educación de la prudencia, quienes a través de su gestión arruinaban a los gobernados y se corrompían a sí mismos.
Burke protesta con palabras magistrales: “los muchachos que enviamos a la India no son peores que los que azotamos en las escuelas o los vemos sirviendo como soldados o encorvados sobre una mesa en Inglaterra. Pero como la juventud inglesa en la India bebe el licor embriagador de la autoridad y el dominio antes que sus cabezas sean capaces de soportarlo y como sus fortunas crecen antes que estén maduros sus principios, ni la naturaleza ni la razón tienen oportunidad de poner remedio a los excesos de su prematuro poder” (Discurso del l/12/1783, en Textos políticos, Fondo de Cultura Económica, México, 1942, p. 355).
En otro discurso, Burke se queja por la falta de examen de las conductas de los gobernantes; no existían el juicio de residencia ni las visitas que tanta eficacia tuvieron en la colonización española y compromete su esfuerzo futuro, pues “quienquiera que en cualquier momento traiga otra vez entre vosotros algo encaminado a ayudar a nuestros desgraciados conciudadanos de la India y a terminar con su sistema opresor y corruptísimo de gobierno, encontrará en mí un colaborador desgraciadamente escaso de fuerzas, pero firme, perseverante y fiel” (Discurso del 28/2/1785 en Textos políticos, ed. cit., págs. 359/360).
Sirva lo expuesto para aclarar las cosas y no decir falsedades.
Buenos Aires, junio 19 de 2024. Bernardino Montejano